Los nuevos servicios financieros a través de internet cada vez llegan más al público general. Prueba de ello es el incipiente pero creciente peso de los conocidos como robo advisor o asesores robotizados: empresas de gestión financiera en las que la elaboración y manejo de la cartera de inversión del cliente se hace de forma automatizada, con una intervención mínima o inexistente de personas.

Puede sonar complejo, pero operar con ellos es sencillo. El cliente realiza un breve test on line para determinar su situación económica y su voluntad de asumir los diversos grados de riesgo que supone invertir de forma más conservadora o atrevida. A través de algoritmos, los robo advisor construyen una cartera específica de fondos de inversión para el cliente, en función de los criterios fijados por el comité de inversión de la empresa, y luego compran y venden de forma autónoma para que el perfil de riesgo de la cartera se mantenga estable.

La principal ventaja es que sus comisiones son mucho más bajas. Al minimizar la necesidad de empleados, los costes salariales y de funcionamiento son reducidos. Pero, además, la mayoría utilizan fondos indexados o de gestión pasiva, que se limitan a replicar la evolución de algunos índices de referencia, como la bolsa o el mercado de bonos. Este tipo de fondos son más baratos, pues no requieren gestor al que remunerar.

Una década / Las primeras de estas firmas, Betterment y Wealthfront, nacieron en Estados Unidos en el 2008 y ya gestionan cada una unos 20.000 millones de dólares. En España son más recientes y pequeñas. «Los recursos gestionados por firmas de gestión automatizada independiente en España deben rondar los 400 millones de euros, sobre un total de 350.000 millones de euros en fondos de inversión y planes de pensiones», apunta Unai Ansejo, consejero delegado de Indexa, el mayor robo advisor independiente del país, y el cuarto de Europa.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) aprobó en el 2014 la primera licencia de una de estas firmas. Ya hay nueve independientes: Feelcapital, Kau Markets, Indexa, Finizens, Inbestme, Imdi Funds, Finanbest, Micappital y Accurate Quant. Ante el temor de quedarse atrás, muchos bancos tradicionales han creado las suyas: ING con Inversión Naranja+, Santander con Openbank Wealth, AndBank con MyInvestor, CaixaBank con Smart Money, Bankinter con PopCoin y BBVA con BBVA Invest.

«En cinco años calculamos que el mercado de los gestores automatizados en España podría rondar los 5.000 millones. Ahora tenemos 11.000 clientes y estimamos que hay un mercado potencial de entre 200.000 y 300.000 clientes», dice Ansejo.

Las firmas del sector argumentan que la gestión pasiva o indexada es a la larga más rentable que la activa y más conveniente que dejar el dinero en la cuenta o un depósito. Según ING, el 98,5% de los fondos globales gestionados por personas no consiguieron batir al índice global a 10 años y el dinero destinado a un depósito bancario ha perdido el 18% de su valor en los últimos 16 años, debido al efecto de la inflación. Según datos de la patronal Inverco, los fondos de gestión pasiva llevan diez años logrando una rentabilidad ligeramente superior a la media.

Como cualquier producto de inversión, no es para todos los públicos: conviene dedicarle solo el dinero que no se vaya a necesitar, invertir a largo plazo, ir haciendo aportaciones periódicas y no entrar en pánico en momentos de caída. «Nunca se tratará de una gestión totalmente personalizada y, dado que los procesos son automatizados, se puede dar el caso de que las decisiones no se ajusten en gran parte a nuestras preferencias o perfil de riesgo», advierte la asociación Asufin.