Sin apenas haber apagado las velas del décimo aniversario del estallido de la gran crisis financiera en septiembre del 2018 con la caída de Lehman Brothers, proliferan ya sombríos análisis que sugieren que la recesión vuelve a llamar a la puerta de la economía mundial. En España, se habla de desaceleración. Y la ministra de Economía, Nadia Calviño, se esfuerza por dejar fuera del lenguaje la palabra «frenazo» para no contribuir a empeorar las expectativas, en un ejercicio dialéctico que a los más pesimistas les recuerda los empeños del exministro de Economía, Pedro Solbes, en evitar hablar de «crisis» cuando esta ya cabalgaba por Europa.

El cambio de sentimiento respecto de la economía mundial se ha producido en el segundo semestre del 2018 al calor de la guerra comercial desatada por la política del presidente de EEUU, Donald Trump, y de los primeros efectos destructivos del repunte del dólar en las economías emergentes (Turquía y Argentina). Desde la gran crisis las economías emergentes han duplicado su deuda en dólares, hasta alcanzar los 3,7 billones, y el encarecimiento del billete verde las puede llegar a quebrar. Los indicios de una desaceleración en la endeudada China son el tercer engranaje que mueve la turbina de estas turbulencias. Lo que hasta ahora venía siendo un crecimiento sincronizado del conjunto de las economías mundiales se ha convertido en divergente, con una economía en EEUU sobrecalentada, al borde del cambio de ciclo y el resto del mundo sin haber completado su ciclo expansivo.

La gran duda es «si estamos todavía en el principio del fin de la expansión económica» en el mundo o «si está cerca el fin». Aunque también cabe considerar «si hay razones para ser más optimistas a la vista de la reforma fiscal y del fuerte crecimiento de los beneficios y del PIB en EEUU», describe Joachim Fels, asesor económico mundial PIMCO. En el radar de esta firma de inversión se considera «bastante probable» una recesión en EEUU en un horizonte de tres a cinco años.

Por su parte, el análisis de 40 indicadores estadounidenses lleva al servicio de estudios BBVA Research a pronosticar como «bastante probable» una recesión en torno al 2020. Este mes de octubre, el Fondo Monetario Internacional ha rebajado dos décimas las perspectivas de crecimiento del PIB mundial y de EEUU para el 2019, al 3,7% y el 2,5% respectivamente. Con todo, el problema está en los mayores riesgos a la baja (petróleo, tensiones comerciales, normalización monetaria…), como subraya José Ramón Díez Guijarro en una nota de análisis del servicio de estudios de Bankia. «Las probabilidades de una recesión en los próximos 18 meses siguen siendo bajas, pero aumenta la preocupación de los agentes, como ya reflejan varias encuestas de confianza», afirma.

Una mayor guerra comercial o una subida de tipos de interés en EEUU por encima del 3% se consideran como factores que podrían hacer descarrilar el tren mundial. Todos estos augurios de nueva recesión sorprenden a la economía mundial sin apenas haber podido ni siquiera eliminar las ruinas que dejó la anterior. Hay más paro y más deuda que al inicio de la gran crisis del 2008. Y el escenario político está teñido de movimientos proteccionistas, populistas, y antieuropeistas, con la incertidumbre del brexit en medio, que hace impensable la cooperación internacional.

«Diez años después del estallido de la anterior crisis, las nuevas fortalezas de la economía mundial brillan por su ausencia. No hemos aprendido las lecciones», lamenta Xavier Mena, profesor de Economía en Esade. Desde su punto de vista, «la gran debilidad procede de que las políticas anticíclicas están bajo mínimos».

Durante estos años, los gobiernos han incurrido en déficits y niveles de deuda pública muy elevados que les limita el margen para poder aumentar el gasto ante nuevas situaciones de crisis. Además, las políticas monetarias de los bancos centrales prácticamente están agotadas, con unos tipos de interés en niveles cero o negativos. «Quedan pocos remedios en el botiquín para devolver la salud al paciente o tratarlo en caso de recaída», resumió el jefe del Departamento Monetario y Económico del Banco Internacional de Pagos, Claudio Borio.

Una nueva crisis cogería a Europa y a España «sin haber completado el ciclo expansivo», diagnostica Raymond Torres, director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas. «No hay un presupuesto de estabilización europeo» , con el que poder atender situaciones de dificultad de algunos países y mucho menos se ha avanzado en un seguro europeo de desempleo. Tampoco se ha completado la Unión Bancaria, el muro de defensa para evitar nuevos episodios de contagio entre el riesgo bancario y riesgo soberano como los que llevaron al rescate de Grecia, Irlanda, Portugal y España. Las nuevas tensiones financieras y políticas en Italia amenazan con poner en dramática evidencia el error de no haber completado aún estos muros de defensa en la Unión Europea, sugiere Torres.