Las aspiraciones de esta barcelonesa se han visto truncados por la situación del mercado laboral. Miriam Serres era consciente de que formarse sería imprescindible para encontrar un trabajo estable y con un sueldo digno. Con la carrera de Administración y Finanzas y muchos cursos a sus espaldas se ve "en un supermercado cuando podría estar en un despacho", lamenta.

Hace algunos años sí que trabajó en lo suyo, pero ahora ya es más difícil. "Solo entras por enchufe", explica la joven. Y para sustituciones o cambios de locales. A Serres la han contratado varias veces para mudanzas: "te cogen para todo el 'marrón' y, después, adiós", dice.

Sin embargo, nunca rechaza ninguna oferta sea de administradora, camarera o reponedora en un supermercado. "No le digo que no a nada porque no me lo puedo permitir", comenta con una sonrisa cansada.

CONTRATOS TEMPORALES EN RESTAURACIÓN

Una filosofía imprescindible para sobrevivir en España en los últimos años. De hecho, ahora casi siempre trabaja en la restauración. "Cada verano voy a la Costa Daurada porque es en donde hay empleo, pero ya ha terminado la temporada... En septiembre, todos fuera", resume con humor la barcelonesa el drama de miles de jóvenes.

Otro problema es la falta de seguridad. Todos sus últimos contratos han sido de cuatro meses, "y si hay suerte me vuelven a llamar para cuando necesiten gente", explica Serres. Y va encadenando empleos así como puede.

Lo peor, según ella, la incertidumbre. "No me puedo plantear ninguna meta -lamenta-, mucho menos pensar en independizarme". Nunca sabe qué le deparará el próximo mes. Además, en su última visita a la oficina de Treball le advirtieron que ya estaba en el límite. Tan solo tiene 30 años. Las empresas prefieren "chavales de 24 o 25 años", le explicaron a Serres.