La última vez en la que Grecia se encontró al borde del abismo, bajo amenaza incluso de expulsión del euro si no accedía a una tanda de recortes, fue en julio de 2015. Casi dos años después, y con tres rescates a la española, el país vuelve a estar en la cuerda floja. Atenas no ha tenido más remedio que adoptar una nueva ronda de medidas, 140 en total incluidos recortes en pensiones y subida de impuestos.Los ministros de economía y finanzas de la Eurozona evalúan este lunes si esta nueva vuelta de tuerca es suficiente o no para dar luz verde a un nuevo desembolso que permita al Gobierno de Alexis Tsipras capear los vencimientos previstos para este verano.

Hace unos días un alto cargo europeo admitía que la probabilidad de que haya acuerdo sobre Grecia "es del 50%". Este lunes han sido varios los ministros que se han mostrado esperanzados de que la reunión sirva para desencallar de una vez por todas la segunda revisión del tercer rescate de 86.000 millones y es que de lo contrario Grecia podría volver al abismo del impago este verano. El pacto tenía que haberse cerrado a finales del año pasado pero estalló por las diferencias entre los técnicos europeos -Comisión Europea, Banco Central Europeo y MEDE- y el Fondo Monetario Internacional sobre la situación presupuestaria y el crecimiento de Grecia y el alivio de la deuda, el gran escollo en las negociaciones.

Seis meses después la sensación es que el acuerdo está al alcance de la mano. "Sí, este acuerdo es posible, factible y está próximo", aseguraba el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. "Debemos hacer esfuerzos para llegar a él o aproximarnos porque es el momento de abrir una nueva página para la Eurozona y para el pueblo griego" que "sea más positiva", ha reivindicado. El socialista francés considera que el último paquete de medidas es "extremadamente difícil" porque pide nuevos esfuerzos "necesarios" pero "valientes". "Está claro que representa un esfuerzo enorme. Prueba que están preparados para asumir la responsabilidad y quedarse en la Eurozona", ha insistido.

ALIVIO DE LA DEUDA, NO ANTES DE 2018

Igual de esperanzado se ha mostrado el presidente del Eurogrupo,Jeroen Dijsselbloem. "Espero y trabajo para que haya un acuerdo", ha resaltado recordado que cierren o no un pacto político este lunes no será el final del proceso porque las medidas de alivio de la deuda no se cerrarán hasta el final del 2018, una vez concluido el tercer rescate. Se trata de uno de los elementos que siguen alejando a las instituciones europeas y al FMI, que insiste en que sin alivio de la deuda no se sumará al tercer rescate, tal y como exige Alemania.

El jefe del Eurogrupo ha explicado que la institución que dirige Christine Lagarde ha solicitado “más claridad” pero insiste en que es hora de que formen parte del rescate. "Es hora de que se sumen y de que sean parte del programa", ha dicho sobre las condiciones impuestas por el Fondo. Algunos ministros han advertido que no están dispuestos a dar un cheque en blanco. “Es en interés de todos que consigamos un acuerdo lo antes posible” pero “tenemos que tener cuidado a la hora de considerar las consecuencias del alivio de la deuda porque puede sentar un precedente”, ha dicho el ministro de finanzas belga, Johan Van Overtveldt. Al igual que Dijsselbloem, el influyente Wolfgang Schäuble, considera que Grecia avanza en la buena dirección pero descarta un alivio de la deuda antes del final del programa en verano de 2018.

NUEVA VUELTA DE TUERCA

Grecia tiene este verano vencimientos por más de 7.000 millones de euros y que sin ayuda de sus socios europeos no conseguirá pagar. De ahí la urgencia con la que el parlamento heleno aprobó el jueves pasado un paquete legislativo con 140 medidas que ya le ha valido a Alexis Tsipras una nueva huelga general. Entre las medidas se incluye una nueva bajada de pensiones y el aumento del mínimo del imposición del impuesto sobre la renta que se aplicarán en 2019 y 2020 respectivamente y que esconden un ajuste del 2% del PIB. Atenas, como el FMI, reclama un alivio de la deuda que roza el 180% del PIB. Alemania ya ha dejado claro que no está dispuesta a ir más allá de lo prometido en mayo del año pasado: extensión de los períodos de gracia de los préstamos y alargar los plazos de devolución.