Han bastado dos años, una masiva guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo y una crisis en el sector del automóvil para que la economía mundial pase de crecer de forma acompasada a frenarse de forma generalizada. El resultado de esa «desaceleración sincronizada» es el crecimiento global más bajo desde la terrible crisis financiera del 2008, un pírrico 3%, siete décimas menos que hace dos años, según el Fondo Monetario Internacional. El parón se produce en un contexto de elevado endeudamiento y con el arsenal monetario bajo mínimos tras una década de intereses bajísimos y liquidez abundante. Pero el Fondo no quiere usar la palabra maldita. No entra de momento en sus cálculos. «No prevemos una recesión en los próximos 12 meses», dijo su economista jefe, Gita Gopinath.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China, que tiene múltiples ramificaciones y frentes por la alegría con la que la Casa Blanca está utilizando los aranceles como arma de coerción político-económica, ha instalado las dudas en el horizonte. El flujo global de intercambios comerciales ha caído a su nivel más bajo desde el 2012 y se comerá un 0,8% del PIB global en el 2020 si ambos países no llegan antes a un acuerdo, según los cálculos del Fondo. «La debilidad del crecimiento está impulsada por la acentuada caída en la actividad industrial y el comercio global, con aranceles más altos y una prolongada incertidumbre en la política comercial que está dañando la inversión y la demanda para los bienes de capital», dijo Gopinath al presentar las Previsiones Globales del FMI, que esta semana celebra su Asamblea Anual en la capital estadounidense.

A lo que hay que sumar el momento delicado por el que atraviesa la industria del automóvil, que vio el año pasado cómo sus ventas globales caían un 3%, en parte por las dificultades para adaptarse a los nuevos estándares de emisiones aprobados en la UE y China. El dibujo subyacente es un crecimiento anémico en las grandes economías industrializadas, casi todas ellas con recortes en sus previsiones. EEUU sale mejor parada que sus pares, con unas expectativas para este año del 2,4% y del 2,1% en el 2020. La media de la zona euro se queda en el 1,2%, arrastrada por Italia, que bordea la recesión con un crecimiento nulo, Alemania (0.5%) y Francia (1.2%).

ESPAÑA CRECE / España sigue siendo la gran economía europea que más crece, con una previsión para este año del 2,2% del PIB y de 1,8% para el 2020. Pero su desaceleración parece irremisible, como han confirmado el Banco de España o los servicios de estudios de la banca. Anualmente pierde cuatro décimas desde el 2018, cuando creció un 2,6%, y si se confirman las predicciones del Fondo su economía se expandirá este año al ritmo más lento desde el 2015. El paro seguirá bajando, pero lo hará lentamente, pasando del 15,3% el año pasado al 13,1% en el 2020. «En general, las débiles exportaciones han lastrado la actividad en la zona euro desde principios del 2018», asegura el informe del Fondo, que pide a los países más endeudados, entre ellos España o Italia, que sigan reconstruyendo sus «colchones fiscales» para poder reaccionar ante una eventual recaída.

Los analistas esperan que el crecimiento se reactive el próximo ejercicio, en gran medida por el impulso de los países emergentes con recesiones más suaves de las esperadas (Irán, Argentina, Turquía) o baches significativos en los dos últimos años (México, India, Brasil, Rusia o Arabia Saudí), siempre y cuando las tensiones geopolíticas no se desmadren.