El Gobierno alemán vuelve al rescate del poderoso sector automovilístico. Casi dos semanas después de que Berlín anunciase una prohibición parcial de los vehículos diésel, la cancillera alemana, Angela Merkel, ha prometido poner palos a las ruedas a ese tipo de medidas con una ley que permita a los coches más contaminantes seguir circulando con total normalidad.

Reunida en un acto de campaña electoral en el estado de Hesse, la líder democristiana consideró ayer «desproporcionada» la restricción de los vehículos diésel cuando se da en ciudades donde las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2) rebasan de forma marginal los límites impuestos por la legislación medioambiental. Aunque aún hace falta ver cómo se concreta ese mensaje de tinte electoralista, la medida afectaría a ciudades como Fráncfort, la principal ciudad de Hesse, donde se registran unos niveles de 57 miligramos de NO2 por metro cúbico, superando el límite establecido de 50. El centro financiero de Alemania es también una de las urbes que ha optado por limitar la circulación de vehículos diésel en la zona céntrica, una medida que entrará en vigor en el 2019.

En su comparecencia, la cancillera remarcó que los propietarios de los vehículos no deben «sufrir un daño financiero» por la manipulación practicada durante años por gigantes de la industria del automóvil como Volkswagen o Daimler, y reiteró que es ese sector el que «debe asumir la responsabilidad».

Cada vez son más las ciudades que optan por limitar la circulación de los diésel en sus áreas más transitadas.