La justicia alemana ha concedido este lunes dos años de libertad condicional a Anton Schlecker, fundador de las droguerías Schlecker, por la quiebra de la empresa. Evita la cárcel, pero deberá pagar una multa de 54.000 euros. La cadena de droguerías alemana Schlecker se declaró insolvente en el 2012 y cerró en el 2016 sus tiendas al no encontrar inversores, dejando a 25.000 personas sin empleo.

La Fiscalía de Stuttgart le demandó por haber llevado a la compañía a la bancarrota con premeditación, haber desviado dinero antes de la quiebra y haber dado información falsa sobre la situación financiera del consorcio en el 2009 y el 2010. Con esta decisión judicial, Anton Schlecker, de 73 años, evita la cárcel pero deberá pagar una multa de 54.000 euros.

Fraude y retraso en la insolvencia

Sin embargo, sus dos hijos han sido condenados a tres años de prisión. Tras un juicio que ha durado nueve meses, el Tribunal regional de Stuttgart consideró que los descendientes de los fundadores, Lars y Meike Schlecker, retrasaron la insolvencia de la empresa y que cometieron fraude.

Meike y Lars Schlecker eran dueños de la empresa de logística LDG, filial de Schlecker. Esta compañía hizo hizo elevados pagos a la matriz que no estaban justificados. Además, poco antes de la insolvencia de Schlecker se repartieron beneficios de varios millones de euros de LDG, aunque no había tenido ganancias.

A pesar de todo ello, Anton Schlecker dijo en el proceso judicial que siempre había creído en la continuidad de su empresa. La Fiscalía había cifrado en 16 millones de euros el daño económico causado por la familia Schlecker.

Venta a Dia

Las tiendas de Schlecker en el extranjero no estuvieron afectadas por la declaración de insolvencia. La empresa tenía 9.000 tiendas repartidas por Alemania, Austria, España, Francia, Italia, República Checa, Polonia y Portugal. Tras la quiebra, en España y Portugal fue adquirida por Dia y las droguerías Schlecker son ahora tiendas Clarel.