Soplan buenos vientos económicos pero conviene aprovecharlos para prepararse y reforzarse porque no durarán. Es el aviso que lanzó desde Washington el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el arranque de su asamblea de primavera, una reunión en la que ayer presentó su informe de Perspectivas Económicas Mundiales. Y es un mensaje que también sirve para España, país para el que se mejoran las previsiones para este año hasta un crecimiento económico del 2,8%, cuatro décimas más de lo que el organismo había calculado en enero. La nueva perspectiva para España refleja un análisis más optimista que el del propio Gobierno español, que había estimado un crecimiento del 2,3%, o de la Comisión Europea, que lo cifraba en 2,6%. Sitúa la economía española como la segunda de mayor crecimiento entre las avanzadas (solo por detrás de Estados Unidos) y por encima del 2,4% de media de la zona euro.

Los datos llegan, no obstante, acompañados de otros que apuntan a un freno en ese dinamismo. Aunque el FMI ha mejorado en una décima el cálculo para el 2019, el crecimiento entonces ya baja al 2,2%, aún superior al de la zona euro pero ya alineado y no superior al general de las economías avanzadas.

El FMI, además, lanza alertas. El organismo asegura que varios países de la zona euro «han agotado su espacio fiscal y deben consolidar sus cuentas de manera gradual y sin dañar el crecimiento para reconstruir colchones». En este terreno concreto destaca a España, junto a Italia, donde el «elevado endeudamiento de las Administraciones públicas (98% del PIB en el caso español) combinado con tendencias demográficas desfavorables pide una mejora en el balance estructural para poner firmemente la deuda en el sendero de la reducción». También en los dos países mediterráneos se estima que la inversión extranjera en deuda caerá más del 20% del PIB.

MERCADO LABORAL / Como acostumbra, el FMI también sugiere a España que «debe intentar reducir más la dualidad del mercado laboral y de las protecciones de empleo entre trabajadores permanentes y temporales», su constante llamada a profundizar en la reforma laboral. Y en un país donde la tasa de paro prácticamente dobla la media europea (con cálculos del FMI de que seguirá en 15,5% en 2018 y 14,8%), se urge a buscar «políticas de formación y activas para impulsar las perspectivas de empleo para los jóvenes y los parados de larga duración».

En el marco global el mensaje de futuro lo ha dejado claro tanto en rueda de prensa en Washington como en el prólogo del informe Maurice Obstfeld, el economista jefe del FMI. «Para la mayoría de países las tasas de crecimiento favorables actuales no durarán», ha advertido.

«Los legisladores deberían aprovechar la oportunidad para impulsar el crecimiento, hacerlo más duradero y equipar mejor a sus gobiernos para contrarrestar la próxima caída». Según Obstfeld, «poblaciones que envejecen y avances proyectados en productividad más bajos harán difícil que el crecimiento de ingresos en el hogar medio vuelva al ritmo anterior a la crisis» y «subir sustancialmente los ingresos medios y bajos se plantea aún más difícil». Es decir, la brecha se profundiza aún más.

Otro de los riesgos señalados por el FMI es «un ciclo en escalada de restricciones comerciales y represalias». Y Obstfeld, sin mencionar directamente a Donald Trump, a su políticas proteccionistas y a la batalla arancelaria que ha abierto, especialmente dura y significativa con China, ha dejado claro de lo que habla: «Los primeros tiros en una potencial guerra comercial se han disparado», advierte en el informe. «El sistema de comercio multilateral que evolucionó tras la Segunda Guerra Mundial y que nutrió crecimiento sin precedentes en la economía mundial necesita reforzarse. En cambio, está en peligro de ser hecho añicos».

RIESGO DE GUERRA COMERCIAL / El presidente de EEUU puede considerarse parte de la «renovada popularidad de políticas nacionalistas» que Obstfeld identifica como otro de los efectos que han seguido a la última gran crisis financiera.

Y ese auge, impulsado en parte por «tendencias de más polarización en trabajos e ingresos» que «ha avivado una extendida reacción hostil a modos políticos tradicionales», también llega acompañado de una advertencia. «Si los reguladores son complacientes y no enfrentan el reto de reforzar el crecimiento, los riesgos políticos podrían intensificarse dando marcha atrás a algunos avances que han logrado hasta ahora las reformas económicas y la integración».