Los coches con motores de combustión (gasolina, diesel o híbridos) tienen los 'años contados' en España. El Gobierno ultima un proyecto de ley por el cual se dejará de matricular a partir del 2040 cualquier "turismo o vehículo comercial ligero (furgoneta)" que emita dióxido de carbono (CO2), el principal gas causante del efecto invernadero.

¿Cuándo dejarán de vender coches de diésel o gasolina?

A partir del 2040, las autoridades españolas ya no matricularán a ningún vehículo que emita dióxido de carbono (CO2) , el principal gas causante del efecto invernadero. El veto afectará tanto a los vehículos diésel como a los de gasolina e incluso a los híbridos y a los de gas natural. Esos coches solo podrán venderse y matricularse hasta el 31 de diciembre del 2039.

¿Cuándo se les prohibirá la circulación?

El 1 de enero del 2050, en España ya no podrá circular ningún vehículo que funcione con motor de combustión.

¿Se pondrá fin antes al diésel o el veto será simultáneo?

Por lo que se conoce hasta ahora del proyecto de ley, el veto es simultáneo para gasolina y diésel. Pero eso puede cambiar a nivel local ya que cada vez son más las ciudades que están prohibiendo los vehículos diésel por ser más contaminantes.

¿La prohibición afectará antes a grandes ciudades?

Sí. La razón es que los municipios de más de 50.000 habitantes estarán obligados, por su parte, a crear zonas de bajas emisiones donde solo puedan acceder los vehículos más ecológicos. Tendrán para ello un plazo máximo de cinco años, hasta el 2023. Eso puede llevar a que haya variedades de vehículos de combustión que sean vetados. De hecho, Barcelona se plantea vetar los coches diésel con etiqueta amarilla en 2025.

¿Qué efectos tendrá la medida en la salud?

Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 3 millones de muertes están relacionadas con la contaminación en el mundo. En la Unión Europea, el 13% de partículas contaminantes proceden de los vehículos. En el caso de Barcelona, un informe elaborado por la Agència de Salud Pública de Barcelona estima que se podrían evitar cada año unos 250 muertos y casi 1.500 ingresos hospitalarios si se redujeran los niveles de contaminantes del aire.