«Cuando me lo comentaron me imaginé una armadura robótica», cuenta Borja mientras se calza uno de los primeros nueve exoesqueletos que Ikea está probando en tres de sus centros en España. Estos aparentemente sencillos arneses con perneras están diseñados para redistribuir el esfuerzo que los trabajadores de la multinacional de origen sueco realizan a la hora de levantar, mover y cargar las cajas que contienen los muebles por piezas que han hecho famosa a la firma en todo el mundo. «A nosotros nos lo enviaron montado», bromea este empleado.

Estos exoesqueletos reparten al 50% el esfuerzo exigido entre el trabajador y la máquina, son ligeros (pesan alrededor de 2,5 kilos) y no necesitan batería ya que se recargan con la energía que extraen de la propia actividad del trabajador. También limitan los movimientos del portador, en el sentido de que le obligan a realizar los gestos adecuados para prevenir los riesgos laborales más típicos de los profesionales del sector del comercio minorista o retail: dolor lumbar, dorsal o lesiones en las articulaciones por exceso de peso o un mal movimiento.

«Cuando hablamos de revolución tecnológica, la gente siempre piensa en pantallas y en el consumidor, pero es igual de importante que esta beneficie al trabajador», cuenta el director de Ikea Badalona, Sergi Martínez. España, en este sentido, es el campo de pruebas de la multinacional a nivel mundial de este equipamiento. Con el comienzo del año Ikea introdujo nueve prototipos de exoesqueleto en España. En la planta catalana hay cuatro trabajadores, dos hombres y dos mujeres, de la división de logística que llevan varias semanas probando este equipo. «Acabas la jornada más descansado», dice Borja.

Si la introducción de exoesqueletos ha sido recibida como una buena noticia por parte de los sindicatos, estos piden reducir la parcialidad y la temporalidad en la división de logística para aumentar la eficacia de estos equipos.