El impacto económico de la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán es todavía incierto, pero lo que parece evidente es que muchas empresas sufrirán las consecuencias. Compañías europeas, como el fabricante de aviones Airbus, la petrolera francesa Total, los fabricantes de coches Volkswagen y PSA Peugeot Citroën, la aerolínea Lufthansa o la cadena de hoteles Meliá podrían verse afectadas por la decisión unilateral de Donald Trump, pero también corporaciones estadounidenses como Boeing. Todos ellos han empezado a hacer negocios con Irán a raíz del acuerdo y el futuro de estas inversiones penden ahora de un hilo.

“Las empresas alemanas que están haciendo negocios en Irán deberían cesar las operaciones de forma inmediata”, avisaba este pasado martes el embajador estadounidense en Alemania, Richard Grenell. Un mensaje que ha resonado a amenaza en los cuatro rincones de Europa. La patronal de las empresas europeas, BusinnessEurope, no se ha pronunciando sobre este caso concreto pero sí ha lanzado la voz de alarma y ha reclamado claridad para proteger al conglomerado empresarial que comenzó a invertir en el país tras la entrada en vigor del acuerdo hace dos años.

Combatir la incertidumbre

“La decisión unilateral es un claro paso atrás que amenaza con crear inestabilidad política y económica en la región y más allá”, ha avisado la presidencia de la patronal, Emma Marcegaglia. “En este momento no es fácil cuantificar el posible impacto económico sobre las actividades empresariales europeas” pero “como representantes de empresas europeas de todos los tamaños necesitamos claridad legal y contamos con el apoyo de las instituciones de la UE y los estados miembros para ayudar a las empresas a afrontar la actual incertidumbre y sus negativas consecuencias”, ha señalado.

Relaciones comerciales

La aplicación del pacto, a partir del 1 de enero del 2016, ha llevado a un levantamiento gradual de las sanciones y a un aumento importante de las relaciones comerciales. Aunque no se han alcanzado los niveles previos al actual régimen de sanciones -la UE solía ser el principal socio comercial y ahora es el quinto, por detrás de Emiratos Árabes Unidos y China- el volumen de intercambios comerciales se ha disparado exponencialmente. Las importaciones europeas de Irán crecieron por ejemplo un 345% en el 2016 y las exportaciones europeas casi un 28%. Los cinco países con mayor volumen comercial con Irán son Italia (4.540 millones), Francia (3.450 millones), Alemania (3.000 millones), España (1.670 millones) y Holanda (1.340 millones).

Según datos de la Comisión Europea, la UE exportó a Irán bienes por valor de 8.200 millones de euros en el 2016, especialmente maquinaria y equipamiento de transporte (3.800 millones o el 46,2%), productos químico (1.800 millones o el 22,2%) y bienes industriales (700 millones o el 8,8%). A su vez, la UE importó de Irán bienes por valor de 5.500 millones. El grueso de ellos, 4.300 millones o el 77%, petróleo y en muy menor medida bienes manufacturados (400 millones o el 8,5%) y alimentos (300 millones o el 6,8%).

Terror a las sanciones

La UE mira especialmente con terror al posible impacto que tendría la imposición de sanciones sobre las empresas europeas que sigan haciendo negocios con Irán sobre los países más expuestos: Italia, Francia, Alemania, España pero también el Reino Unido, cuya aerolínea de bandera, British Airways había retomado los vuelos directos con Teherán. El director ejecutivo de Total, Patrick Pouyanné, ha reclamado a la UE la aplicación de una norma similar a la que en los 90 sirvió para proteger a las compañías europeas de las sanciones estadounidenses. El ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, ya ha anunciado que pedirá a su homólogo estadounidense exenciones y medidas de protección para los contratos en vigor.