En España se alcanzaron la semana pasada los precios de electricidad más altos del 2018. Y se prevé que este año la factura de la luz será la más cara de la historia. Si bien los precios elevados de los últimos días (y meses) se deben a motivos coyunturales como la falta de generación de las nucleares francesas y el ascenso exagerado de la cotización de las emisiones de CO2 que repercuten en el incremento del precio del gas y el carbón, el elevado coste de la factura en España es estructural.

Las reglas de juego del mercado diario originan situaciones como la de este agosto cuando, a pesar de la alta presencia de agua en los embalses, el precio de la luz se incrementó en un 10% respecto al 2017. La hipoteca con las eléctricas obliga a los ciudadanos a un pago eterno de peajes y los impuestos (IVA e impuesto especial) incrementan el recibo.

España aplica un IVA a la electricidad del 21%, el más alto de las cinco grandes economías de la Unión Europea, por delante del Reino Unido (5 %), Italia (10 %), Alemania (19%) y Francia (5,5% al término fijo y 20% sobre el variable), y al mismo nivel de países como Bélgica y Holanda, con un PIB per cápita mucho mayor.

SISTEMA DE RECAUDACIÓN / El IVA español es tres puntos superior a la media de 26 países de la Unión Europea (18 %) -sin contar Francia y Croacia, que tienen dos tipos diferentes de IVA-. Para el consultor energético y analista del mercado eléctrico Francisco Valverde, es precisamente este impuesto el motivo de la despreocupación del Gobierno sobre los elevados precios de la luz. «Mientras siga existiendo la luz como sistema de recaudación, al Gobierno le importa poco que suba porque cuanto más sube más recauda, y no solo de los consumidores, sino también de generadores (impuesto por generación)», considera Valverde, para quien la bajada del IVA es una de las llaves para reducir el coste de la factura.

Lejos de ser un bien de primera necesidad con un IVA reducido o incluso superreducido, la luz en España se considera «especial», al menos desde el punto de vista fiscal, pues se grava con un impuesto específico del 5,1% que, además de aplicarse sobre el término de potencia contratada y energía consumida, forma parte de la base imponible del IVA, es decir, tiene una doble imposición.

Este impuesto especial solo lo sufren nueve productos en España, además de la electricidad, entre los que se hallan las bebidas alcohólicas, los carburantes y los vehículos. Todos ellos bienes que se podrían considerar de lujo y que contrastan con uno tan necesario como la luz.

«Hay una consideración de la electricidad que difiere mucho de ser un servicio básico, aunque no es lo mismo el consumo de electricidad de la iluminación que el de poner una secadora», precisa el experto en mercados energéticos Jorge Morales de Labra. Por ello, defiende un IVA por tramos, en el que el consumo de las familias hasta cierto importe (por ejemplo, 200 kilovatios al mes) se considere básico y tenga un IVA reducido o superreducido y que a partir de ese importe se aplique un IVA normal.

EN MÁXIMOS DEL AÑO / El pasado 29 de agosto fue el día más caro del año para lavar la ropa, encender las bombillas o poner el aire acondicionado. De esta forma, el precio mayorista de la electricidad sigue su escalada. Ese día, alcanzó los 70,99 euros MWh en la península ibérica, un euro más que el segundo dato más alto del año, el que se consiguió el pasado jueves, cuando la luz costó una media de 69,66 euros, y dos más que el máximo anterior del 2018 (68,52 euros), alcanzado el 22 de agosto, según datos del Operador del Mercado Ibérico de Electricidad (Omie).