La propuesta sobre el fondo de recuperación liderada por la presidenta de la Comisión Europea Ursula Von Der Leyen es la mejor oportunidad que se le podía presentar a nuestro país en medio de una crisis como esta. De hecho, para muchos observadores este punto de partida -que no obstante habrá que negociar duramente- era simplemente imposible.

Sin embargo, hemos tenido suerte, en un primer envite por supuesto, porque el enemigo no está fuera.

Los célebres cuatro frugales -Austria, Holanda, Suecia y Dinamarca, con Alemania al fondo- son adversarios formidables pero no inabordables.

El enemigo lo tenemos dentro, en una parte del Gobierno que ha radicalizado su acción política sin atender a más razones que la implantación de una agenda rupturista sin más.

No, no se trata del ingreso mínimo vital -cuyo concepto nadie discute realmente- ni de las medidas de protección social para un momento como este, que tampoco. No nos engañemos.

Se trata de toda una visión económica contraria a los principios y la realidad presente y futura de la UE, comenzando por el desdén hacia la empresa y el sector privado. Y eso, en Europa, no es ni mencionable.