Pese a que las criptomonedas se han devaluado en el último año, la tecnología en la que se sustentan, el denominado blockchain, está en ebullición. Todos los sectores económicos han visto en la descentralización aparejada a la cadena de bloques o una amenaza o una oportunidad, alternativa disruptiva llamada a transformar el mundo. Primero fueron las criptomonedas como el bitcóin; la segunda generación la encarnó Ethereum y su capacidad para establecer nuevas funciones a los contratos descentralizados; y la tercera generación de monedas virtuales ha llegado de la mano de Cardano, EOS, Stellar y IOTA. Aportan especifidades de usos y mayor velocidad de confirmación de operaciones. Con las criptomonedas crecen las utility token o monedas virtuales que dan derecho a determinados servicios. La siguiente generación está en torno a las denominadas security token, distribución de la propiedad o titulización de derechos. Nuevas fronteras tecnológicas sin manual de instrucciones.

Billones de euros en recursos toman posiciones en este mercado emergente. Carlos Domingo, exresponsable mundial de investigación y desarrollo de Telefónica y fundador del fondo de capital riesgo Spice VC, es uno de los protagonistas de esa transformación. Acaba de publicar el libro Todo lo que querías saber sobre bitcóin, criptomonedas y blockchain y no te atrevías a preguntar (Ediciones Temas de hoy) y afirma sin tapujos que, «en cinco o seis años, el blockchain habrá eliminado los intermediarios de todos los sectores económicos ineficientes a escala mundial».

Desplome

Sin embargo, su entusiasmo se transforma en prudencia a la hora de hablar de las inversiones de particulares en bitcoines o en cualquier otra moneda virtual: «Las criptomonedas no deberían tomarse como oportunidad de inversión para el pequeño inversor. Es demasiado complicado hacerlo, hay demasiada volatilidad y un minorista entiendo que no tiene mucho dinero para perderlo». Bitcóin llegó a casi 20.000 dólares el pasado diciembre y ahora se vende por 7.500. El desplome, lejos de atemorizar a los emprendedores, mantiene abiertas las expectativas. Domingo advierte de que, de las más de 1.600 criptomonedas existentes, «el 90% no valdrán nada».

Este experto impulsa un fondo de capital riesgo internacional especializado en blockchain. Está dirigido a grandes fortunas amantes del riesgo y de las rentabilidades multiplicadoras, aunque los gestores del fondo no las prometen. El fondo de Spice capta recursos y, a partir del momento en el que el inversor ha recuperado la inversión inicial, el gestor cobra una comisión sobre los beneficios del 15%. Blockchain ayuda a gestionar esas inversiones de manera descentralizada, en un proceso que se automatiza. Paralelamente se ofrecerá a los inversores que su token sea cotizado en un mercado específico que se abrirá a partir de verano en Chicago.

En opinión de Domingo, esa liquidez que ofrecerá la cotización de los token en el fondo de inversión (titulizaciones de derechos) eleva de un plumazo el atractivo, que además tiene como activo subyacente las inversiones del fondo. En la práctica, la posibilidad de poder vender cualquier token en un mercado eleva su cotización inmediatamente entre el 20% y el 30%. Cualquier bien es tokenizable, despiezado en derechos de propiedad que pueden cotizar al alza o a la baja y se pueden vender sin intermediarios.

Blockchain es la clave para esa tercera generación. Según Domingo, los intermediarios están amenazados: abogados, notarios, operadores de bolsa, casas de cambio, agencias de seguros, bancos... Nadie escapa del influjo de blockchain.