La crisis sanitaria del covid-19 está mutando en crisis económica. «La recesión global ha llegado», certifica la agencia de calificación Standard and Poor’s (S&P), acuñando en cinco palabras los pronósticos que en los últimos días han avanzado organismos como la OCDE, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo o el propio Fondo Monetario Internacional (FMI). Y España no se libra.

S&P prevé que el PIB español caerá este año el 1,8% como consecuencia de las medidas para frenar la epidemia (la cuarentena), si bien prevé un rebote del 3,1% para el año próximo que, de cumplirse, volvería a dejar el crecimiento en el punto de partida previo a la pandemia, aunque con 400.000 parados más. Los servicios de estudios de Bank of América empeoran algo estas cifras con el pronóstico de una caída del 1,9% este año y un rebote del 2,8% el año próximo. La epidemia ha sacado de sus raíles a la economía mundial y a la española, que tendrá que olvidarse del crecimiento del 1,6% previsto por el Gobierno cuando el mundo estaba sano.

Sin haber dejado aún de añadir nombres propios a la lista de víctimas y afectados en todo el mundo, la crisis sanitaria del coronavirus ha mutado ya en una recesión que, según Deustche Bank, va a ser la más potente desde la II Guerra Mundial y más profunda que la del 2008. La buena noticia es que se espera que sea mucho más corta, de semanas o meses; y no de años. La mala noticia, es que no es seguro.

Según diferentes pronósticos China, que fue el primer país en entrar en la recesión, tal vez sea el primero en salir; Japón ya está en recesión; Europa entrará en ella en el primer trimestre y EEUU, en el segundo y allí «será brutal», con una caída del 12% y la pérdida de 3,5 millones de puestos de trabajo, anticipan los analistas de Bank of America. Con todo, confían en un rebote en el tercer trimestre que podría dejar en el -0,8% el saldo anual. Estos mismos analistas prevén un descenso del 1,7% en Europa; del 1,5% en Francia; del 1,7% en Alemania; del 2,2% en Italia y del 1,9% en España.

La pregunta ahora es cuán profunda y cuán duradera será la recesión. Y dependiendo de eso, la pérdida de empleos en el mundo será de entre 5,3 y casi 25 millones de puestos, según cálculos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre una base inicial de 188 millones de personas desempleadas.

Depende de las medidas / «Persisten los temores a una recesión global prolongada», apunta la nalista Esty Dwek, de Natixis. Y en la sopa de letras donde se debate si la recuperación será en forma de ‘V’ de ‘U’ o de ‘L’ la mayor parte de los pronósticos apuntan hacia una ‘U’ de base prolongada. La clave de la duración de la crisis económica está en la contención de los contagios y en las medidas de contención y reactivación que se adopten.

Gobiernos y bancos centrales están poniendo en marcha medidas muy potentes. España ha movilizado más de 200.000 millones. El BCE ha anunciado compras de deuda por más de un billón y ha flexibilizado la normativa bancaria para permitir a las entidades privadas prestar 1,8 billones adicionales de euros. La Comisión Europea ha liberado a los estados miembros del corsé de las reglas fiscales y ha abierto la mano para que puedan prestar ayudas públicas a empresas por medio billón de euros.

ESPAÑA: TURISMO Y PYMES / «Es prácticamente seguro que España entre en recesión durante el segundo semestre del 2020», sostiene el profesor de Esade Pedro Aznar. Uno de los factores más determinantes para la economía de España frente a la crisis del covid-19 es su dependencia del turismo, uno de los sectores más importantes del PIB. El otro es «el predominio de las pymes, que son más vulnerables».

«Los datos que empezamos a conocer en España son bastante concluyentes: vemos caídas del 75% en el tráfico de viajeros en algunas ciudades, entre el 30% y el 60% del comercio minorista o por encima de 80% en el turismo» apunta Rafael Doménech, del BBVA. El economista hace cálculos: cada semana supone aproximadamente casi un 2% del PIB anual; si la actividad cae a la mitad, cada semana supondrá un 1% menos de PIB. La clave -insiste- está en que las medidas que se adopten eviten la destrucción del tejido productivo para que, en cuanto se contenga la epidemia se pueda producir una recuperación en forma de ‘V’.