El fantasma de un oligopolio de los grandes bancos pende sobre el sistema financiero español desde hace años. La concentración en el sector se ha disparado desde el estallido de la crisis en el 2007 con una fuerza solo superada en la Unión Europea de los 27 por Chipre, Letonia y Lituania. El nivel de partida era tan bajo, con todo, que la posibilidad de que perjudicase a la competencia y por tanto a los clientes era limitada. Sin embargo, el año pasado, por primera vez, la concentración ha pasado de un nivel "bajo" a "moderado" a ojos del Banco Central Europeo (BCE), un salto de nivel que hubiera sido impensable hace una década.

Los principales organismos de defensa de la competencia del mundo utilizan el índice de Herfindahl e Hirschman (más conocido por HHI por sus siglas en inglés), la medida de concentración más usada, para analizar la situación de un mercado y aprobar o no las operaciones de fusión que se les presentan. Se calcula elevando al cuadrado la cuota de mercado que cada empresa posee y sumando esas cantidades, con lo que se da más peso a las compañías más grandes. Un valor máximo de 10.000 implica que se produce un monopolio.

Como regla general, el BCE estima que un nivel inferior a 1.000 implica una baja concentración, mientras que un nivel de entre 1.000 y 1.800 lo considera de concentración media, y por encima de 1.800 lo ve como de alta concentración. En 1997, primer año del que el banco central ofrece datos, el sector financiero español presentaba una muy baja cota de 277, que en la década siguiente creció de forma moderada hasta los 459 del 2007. La crisis financiera y la consiguiente desaparición de decenas de entidades absorbidas por otras más fuertes (se ha pasado de 45 a 12 bancos relevantes) ha disparado el índice hasta alcanzar los 1.138 el año pasado, por primera vez por encima de la cota de los 1.000.

PODER DE LOS CINCO

Otro indicador que sigue la autoridad bancaria es la cuota de mercado de las cinco principales entidades, que también refleja la concentración que se ha producido en el sistema español. En 1997 apenas era del 31,4% y en el 2007 solo había subido al 41%, pero según los últimos datos que el organismo presidido por Mario Draghi ha publicado esta semana, el año pasado Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell ya copaban el 68,5% de los activos bancarios en el país. La duda, por tanto, es si este nivel de creciente concentración, pese a ser todavía moderado, puede estar afectando a la competencia.

Las autoridades bancarias y las entidades lo niegan, pero los expertos lo matizan. "El nivel actual corresponde en España a un mercado moderadamente concentrado pero que ha aumentado con intensidad en poco tiempo debido a la intensa reestructuración con fusiones y absorciones. Pero la visión cambia cuando el ámbito geográfico de referencia es el regional. Cuando la concentración se mide en provincias, en muchos casos los índices son de excesiva concentración y eso puede tener implicaciones sobre la rivalidad competitiva", advierte Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie.

En un estudio que realizó para el Banco de España en el 2016 a partir de los datos de oficinas, el académico ya señaló que en 21 de las 50 provincias se superaba el umbral de los 1.800 (alta concentración), entre ellas las cuatro catalanas, afectadas por la desaparición de todas las cajas de la región salvo CaixaBank. La peor situación se daba en Teruel (3.576 puntos), Huesca (2.663), Zamora (2.410) y Tarragona (2.365).

MÁS FUSIONES

Pese a ello, las autoridades bancarias europeas y españolas llevan años instando a las entidades a protagonizar nuevas fusiones. La explicación es que los bancos más pequeños van a tener problemas para cumplir los nuevos requisitos regulatorios en un contexto de escasa rentabilidad por los tipos bajos, y al mismo tiempo el nivel de concentración está por debajo del nivel que el BCE considera preocupante.

También la normativa de competencia europea del 2004 considera que un nivel inferior a 2.000 no es alarmante. Así, apunta que "es improbable que la Comisión encuentre problemas de competencia" en una fusión que dé lugar a un nivel de entre 1.000 y 2.000 con un incremento del índice inferior a 250 o de más de 2.000 con un aumento de menos de 150.

"Con estos valores a nivel nacional hay margen para nuevas funciones dado que el mercado todavía no supera el umbral de los 1800 puntos. Por eso el BCE anima a mas fusiones. Dado el problema de viabilidad que presenta el negocio bancario por los bajos tipos de interés de referencia, hay que preguntarse si conviene que haya que tolerar una cierta relajación de la competencia con más concentración en aras a la estabilidad financiera vía mejora de rentabilidad. En cualquier caso, es importante que cualquier nueva propuesta de fusión vaya acompañada previamente de un riguroso análisis de sus implicaciones sobre la concentración también en los mercados regionales", señala Maudos.