Alemania no verá el nacimiento de un nuevo gigante bancario. Apenas un mes después de que el Deutsche Bank y el Commerzbank, los dos mayores bancos privados del país, oficializasen el inicio de las negociaciones para una posible fusión, ayer hicieron público que las cancelan.

A primera hora de la mañana la agencia Reuters ya había avanzado el fracaso de las charlas, citando el escepticismo de ambas partes. En su comunicado oficial, el Deutsche Bank y el Commerzbank aseguran que ese punto y final se debe a las dudas de sus accionistas, críticos desde el inicio, y de sus grupos de interés. Tras un examen exhaustivo han llegado a la conclusión que la fusión no generaría «suficiente» valor añadido. «Una fusión tendría que generar rendimientos más altos para nuestros accionistas y mejorar los servicios para nuestros clientes», apuntan.

Según el Der Spiegel, ha sido principalmente el consejero delegado del Deutsche Bank, Christian Sewing, quien se ha mostrado «reacio a dar este paso». Eso se debería a que el poderoso banco ve los riesgos de integración, los requisitos de capital y los costes de la implementación demasiado altos como para proseguir con esta compleja operación. La valorización de los activos de ambos bancos también parece ser un punto de discordia, algo que confirmaron fuentes familiarizadas con el asunto al Financial Times.

El pasado 17 de marzo los consejos de administración de ambos bancos ya avanzaron que «no hay certeza de que ocurra una transacción». Entonces se iniciaron unas negociaciones que tenían como objetivo la creación de un gigante del sector con un valor de 2.000 millones de euros, 38 millones de clientes privados y corporativos y hasta 140.000 empleados, algo que, a nivel europeo, habría situado la entidad solo por detrás del británico HSBC y del francés BNP Paribas. Sin embargo, esa precaución también reflejó el escepticismo con el proyecto. La hipotética fusión cuenta con solo un 25% del apoyo ciudadano.