Caixabank ha registrado un beneficio de 1.298 millones en el primer semestre del año, un 54,6% más que en el mismo período del 2017 gracias a la mejora de los ingresos básicos del negocio bancario, la contención de costes, la reducción de las dotaciones y la mayor aportación del portugués BPI. Según la información que ofreció a la CNMV la propia entidad, aumentó hasta junio todos sus márgenes, impulsó su rentabilidad hasta el 10,4% y logró reducir nuevamente su tasa de morosidad, situándola en el 5,3%, cinco décimas menos que en el trimestre anterior.

El margen de intereses del grupo crece en estos seis primeros meses del 2018 un 3,5%, hasta los 2.432 millones, mientras que las comisiones netas se situaron en los 1.293 millones, un 3,3% más, y los ingresos por contratos de seguro o reaseguro aumentaron un 21%, hasta los 282 millones. Por su parte, el margen bruto aumentó un 8,7%, hasta los 4.654 millones, y el de explotación se detuvo en los 2.342 millones de euros, con un incremento interanual del 19,6%.

Sobre el impuesto a la banca, el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortazar, dijo que «no es el momento y no es una buena idea». Eso sí, el directivo descartó que se planteen cambios en la estructura legal de la entidad, como sí que admitió que baraja el Banco Santander en el caso de que finalmente se establezca para evitar una posible doble imposición en los dividendos de sus filiales. «No tenemos ninguna intención de alterar la estructura de nuestro grupo», subrayó el directivo.