Las negociaciones para construir una arquitectura económica a prueba de crisis avanzan, pero no al ritmo que a la Comisión Europea le gustaría y eso que los plazos se agotan. En vísperas de una reunión clave de ministros de Economía y Finanzas de la eurozona, Bruselas urgió ayer a los gobiernos a completar ya las propuestas pendientes y cumplir lo prometido en diciembre pasado: cerrar un acuerdo sobre el Presupuesto de la eurozona y la reforma del Mecanismo Europeo de Estabilidad este mes y negociar el sistema europeo de garantía de depósitos.

Tras dos meses de discusiones, las dos primeras cuestiones llegarán mañana abiertas a la mesa del Eurogrupo, el organismo con mandato para cerrar un pacto que los jefes de Estado y de Gobierno deberían refrendar en la cumbre de la eurozona del viernes 21 de junio.

Pese a la ambición inicial, todo apunta a que el llamado «instrumento presupuestario de convergencia y competitividad», una especie de embrión de presupuesto de la zona euro, será mucho menos ambicioso de lo que algunos pretendían y se limitará a apoyar a los países que realicen reformas. Además, estará integrado dentro del marco financiero plurianual -el Presupuesto de la UE- con un montante todavía por definir pero que podría rondar los 17.000 millones, frente a los 25.000 millones que propuso inicialmente la Comisión.

Una vez disipadas las tensiones por el reparto de competencias entre el Mecanismo Europeo de Estabilidad y el Ejecutivo comunitario, Bruselas espera que los ministros estén «a la altura de sus responsabilidades» y finalicen la reforma del fondo europeo de rescate para que pueda actuar como red de seguridad. Mucho más complicado será mantener con vida el sistema europeo de garantía de depósitos (EDIS en inglés), la tercera pata de la unión bancaria, que no termina de despegar por las resistencias de Alemania y otros países a pagar los errores de los bancos de sur.