En Berlín ya no hace falta pasear frente a las casas okupas para darse cuenta de que la vivienda es uno de los mayores problemas que afronta la capital. En los últimos años cada vez más grúas, andamios y protestas contra la gentrificación se han convertido en el decorado de una ciudad donde la vida asequible agoniza a causa del incesante aumento de los precios.

Tras casi 30 años partida por la mitad, Berlín llegó tarde a las transformaciones del sistema capitalista. Los problemas económicos abrieron la puerta a compañías inmobiliarias que vieron en la ciudad y en su tasa de alquiler del 85% una jugosa oportunidad de negocio. En la última década la capital ha disparado su popularidad atrayendo entre 40.000 y 60.000 nuevos habitantes cada año. Más población, más demanda, más lucro.

Esa lógica encareció el precio de la ciudad y restringió cada vez más el acceso a vivienda asequible. En 2017 el coste se catapultó un 20,5%, convirtiéndola en la ciudad donde crece más rápido de todo el mundo. Entre 2012 y 2018 el precio por metro cuadrado lo hizo más de un 40%. Esa elitización ha perjudicado a los más vulnerables pero se ha convertido en un problema para toda la ciudad. Teniendo en cuenta que Alemania es uno de los países donde el precio de la vivienda crece más rápido en relación con los sueldos, el malestar ciudadano era fácil de prever.

POCO RIESGO DE BURBUJA

Comparada con otras grandes capitales europeas Berlín aún es considerada bastante asequible. Incluso en el plano nacional, la capital no está entre las cinco ciudades más caras del país. Mientras que en Múnich el precio medio por metro cuadrado era de 15,57 euros durante el primer trimestre de 2018, en Berlín era de 11,80, la séptima posición.

Los precios del alquiler no paran de subir y la llegada de más gente que emigra a la ciudad contribuye a ello. Aún así, son varios los economistas que aseguran que no hay evidencias de una burbuja inmobiliaria en la capital alemana. Un estudio del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) señalaba que aunque el aumento de los precios es preocupante el bajo nivel de deuda privada de los hogares hace que haya poco riesgo de burbuja.

REACCIÓN CIUDADANA

El hartazgo con esa creciente elitización de la ciudad se ha notado en las calles. Cada vez son más los ciudadanos que ven ilegítimo que los grandes propietarios dejen sus viviendas vacías para especular y poder incrementar su valor. Esto ha impulsado iniciativas como la que pretende prohibir las grandes inmobiliarias y nacionalizar 200.000 apartamentos para convertirlos en alquiler social. Apoyado por 77.000 firmas en tan solo dos meses, este proyecto deberá debatirse en el Senado.

En los últimos años el gobierno de la ciudad ha intentado limitar el aumento de precios del alquiler, restringir el uso de Airbnb y ha subvencionado a empresas privadas para que impulsasen vivienda social. Sin embargo, y como señalaba un estudio de la Universidad Humboldt de Berlín, esas medidas tienen un impacto tan limitado que se necesitarían 185 años para satisfacer la demanda de vivienda asequible en las diez ciudades más grandes del país. Para más inri, la vivienda social cayó en 2017 hasta las 116.000 unidades.

En un nuevo gesto, este martes el tripartito de izquierdas de la capital llegó a un acuerdo para congelar el precio de los alquileres durante cinco años. Esta nueva regulación para limitar el impacto del mercado inmobiliario en Berlín deberá diseñarse en una ley que entraría en vigor con la entrada del 2020. El problema sigue existiendo.