Cambio de ciclo a la vista en la política anticrisis. Pese a que el mercado no espera grandes novedades hasta su reunión de julio, el Consejo de Gobierno del BCE sorprendió ayer con el anuncio de que reducirá las compras de deuda pública y privada de 30.000 a 15.000 millones al mes a partir de octubre y que las adquisiciones se terminarán con el cierre del año. Eso sí, «siempre que los nuevos datos confirmen» sus previsiones de inflación a medio plazo, con lo que deja la puerta abierta a cambiar de opinión en caso de necesidad. También ha puesto por primera vez plazo a una posible subida de los tipos de interés: no sucederá «al menos hasta» el verano del 2019.

El consejo, reunido ayer en Riga (Letonia) en su primer encuentro con Luis de Guindos como vicepresidente, ha descuadrado al mercado, que esperaba que dejara sin cambios el programa de compra de deuda que se inició en enero del 2015. Lo más que se preveía era alguna pista sobre su futuro. El euro y los intereses de la deuda se han desinflado en consecuencia y las bolsas se apuntaron subidas, si bien la española ha quedado algo rezagada (alza del 0,59%, hasta los 9.957,7 puntos) por el lastre de los bancos.

El BCE también ha decidido mantener la reinversión de la deuda que vaya venciendo para garantizar que haya liquidez suficiente en el mercado, pero aplazó a una futura reunión los detalles de esta medida. El precio oficial del dinero, por su parte, seguirá en el mínimo histórico en que lleva desde marzo del 2016, en el 0%, mientras que la facilidad marginal de crédito (el dinero que cobra a los bancos por prestarles) se mantendrá el 0,25% y la facilidad de depósito (el dinero con que remunera a los bancos por guardarles el dinero) permanecerá en el -0,40% (es decir, que les cobra en lugar de pagarles).

El banco central ha tomado estas medidas porque estima que la inflación apunta más firmemente hacia su objetivo de que esté por debajo pero cerca del 2% gracias al petróleo y los salarios.