Los siete principales bancos centrales del mundo y el Banco de Pagos Internacionales (BPI) consideran que dada la velocidad de la innovación en pagos y tecnología financiera con criptomonedas, "es necesario priorizar este trabajo de manera adecuada y proceder rápidamente" y establecer mecanismos de coordinación para regular la emisión de criptomonedas. En el marco del BIS, organización creada para promover la estabilidad financiera y monetaria mundial, un informe dado a conocer este viernes establece que las criptomonedas "coexistirán" con el efectivo, cuyo uso se ha reducido con la pandemia del covid.

Con prudencia, el BID no se pronuncia sobre la conveniencia de que los bancos centrales emitan monedas digitales, pero asegura el apoyo "a la hoja de ruta del G20 sobre pagos transfronterizos" y que seguirá "promoviendo el intercambio de información y la colaboración entre bancos centrales en la investigación de las criptomonedas".

El informe del BIS ha sido realizado por el Banco de Canadá, el Banco de Inglaterra, el Banco del Japón, el Banco Central Europeo (BCE), la Reserva Federal (Fed), el Sveriges Riksbank sueco, el Banco Nacional Suizo y el BPI. Todos ellos seguirán investigando la viabilidad de crear monedas digitales propias pero no se comprometen a emitirlas, aunque reconocen en el informe que "el mundo cambia e, incluso, antes de la covid el uso de efectivo" había bajado en algunos países.

Según el informe, el reto de las nuevas formas de dinero digital exige comprender los intereses cruzados de tipo político, pero también los problemas prácticos que se plantean y que requieren incrementar la investigación y analizar "las medidas más efectivas para impulsar la adopción de criptomonedas (para el público y comerciantes) y la combinación correcta de controles para limitar la desintermediación de los bancos comerciales".

Uno de los riesgos de las nuevas criptomonedas es, según el informe, que puedan ser utilizadas para "estimular la demanda agregada a través de transferencias directas al público, posiblemente combinadas con política monetaria programable". Pone como ejemplo la utilización de criptomonedas para hacer transferencias con una fecha de vencimiento o condicionadas a ser gastadas en determinados productos. Esos nuevos usos complican la evaluación de la situación económica y los tradicionales cálculos de dinero circulante y de la evolución de la demanda. El dinero digital que "difumina la separación entre política monetaria y fiscal en formas que deberían entenderse y mitigarse mejor", por lo que concluye que "la política monetaria no será la principal motivación para emitir criptomonedas".

Otro "desafío" es "identificar a los destinatarios y sus cuentas", reconoce el informe, para lo que es necesario buscar mecanismos para minimizar la opacidad del dinero digital.

Los principales bancos centrales del mundo han reaccionado a la aparición de rivales como la libra, el proyecto de criptomoneda estable creada por Facebook al que al final Visa, Paypal o MasterCard retiraron su apoyo, y la proliferación de otras criptomonedas con fuerte carácter especulativo, como bitcoin.

Un euro digital sería una forma electrónica de dinero del BCE que todos los ciudadanos y empresas podrían utilizar, como los billetes, pero en formato digital, para realizar sus pagos diarios. "Aunque la tecnología cambia la manera en que pagamos, los bancos centrales tenemos la obligación de salvaguardar la confianza de la gente en nuestro dinero", dijo la presidenta del BCE, Christine Lagarde, que preside el grupo de gobernadores de bancos centrales responsable del informe.

En el informe los bancos centrales coinciden en que sus monedas digitales deben ayudarles a cumplir sus objetivos de política monetaria y "no dañar la estabilidad monetaria o financiera". Poner límites sobre la cantidad máxima que se puede tener de una moneda digital puede reducir el impacto en la estabilidad financiera y evitar, por ejemplo, que en una crisis se produjera una huida a las monedas digitales, pero también podría limitar la capacidad de producir intereses. Además, las monedas digitales de los bancos centrales deberían impulsar la innovación y la eficiencia.

"Este informe es un paso adelante real para este grupo de bancos centrales en acordar los principios comunes e identificar las características clave que creemos serían necesarias para un sistema de monedas digitales de bancos centrales practicable", dijo el subgobernador del Banco de Inglaterra, Jon Cunliffe, a agencias.

Los bancos centrales consideran que cualquier moneda digital debería ser "muy resistente a ataques cibernéticos" y debería estar acompañada de un sistema capaz de procesar un número de pagos muy elevado por segundo. También debería ser práctica, fácil de usar y estar disponible a un coste muy bajo o sin coste para los usuarios finales.