Optimismo, pero cauto y con más amenazas que hace tres meses. El Banco de España mantuvo ayer su previsión de que la economía crecerá el 2,7% en el 2018. Sin embargo, advirtió de que existen riesgos que hacen que la expansión del PIB pudiera ser inferior. Entre otros, figura uno que no mentó en sus previsiones de marzo y que apunta sin citarla a la minoría del nuevo Gobierno en el Congreso. La actual «fragmentación parlamentaria», advierte, puede provocar una «dificultad política» para avanzar en el proceso de reducción del déficit y en la adopción de reformas, lo que podría causar «efectos adversos sobre la confianza» de los agentes económicos.

El organismo gobernado desde hace unos días por Pablo Hernández de Cos destaca que esta situación se ve agravada por la aprobación de los presupuestos del Estado para este año, elaborados por el Ejecutivo de Rajoy y que Pedro Sánchez se ha comprometido a mantener. El carácter expansivo de estas cuentas va a provocar, según sus cálculos, que el déficit cierre el año en el 2,7%, frente al 2,5% calculado en marzo y lejos del 2,2% comprometido con Europa. También en el plano interno, reitera como ya hizo hace tres meses que «no se puede descartar un hipotético repunte de la incertidumbre relacionada con la situación política en Cataluña».

En el exterior aparecen asimismo amenazas al crecimiento. Las incertidumbres asociadas al proceso de normalización de las políticas monetarias (en particular, en Estados Unidos), el resurgimiento de tensiones geopolíticas y la incertidumbre sobre la política económica del nuevo Gobierno italiano podrían provocar episodios de volatilidad y tensión en los mercados financieros como el de febrero. Además, una escalada de medidas proteccionistas, tras las anunciadas por Donald Trump, podría perjudicar al comercio mundial. Y tampoco se puede descartar que la reciente ralentización de la zona euro no se deba a factores transitorios, como se piensa.

Pese a todo ello, el Banco de España ha mantenido su previsión de crecimiento para este año, aunque con una mayor aportación de la demanda interna (2,5 puntos) y una menor contribución del sector exterior (0,2 puntos). Además, eleva al 2,4% la del 2019 (una décima más que en marzo) y deja sin cambios la del 2020 en el 2,1%. Sus expertos estiman que el impacto negativo del encarecimiento del petróleo, una cierta desaceleración de los mercados exteriores y una moderación del impacto positivo de la política monetaria sobre las condiciones de financiación se ve compensado por el tono expansivo de la política fiscal y por la previsión de que el euro se deprecie y abarate las exportaciones.

En cuanto a los precios, estima que la inflación irá al alza a corto plazo por el encarecimiento del petróleo, pero este efecto comenzará a disiparse en otoño por el efecto comparativo. El IPC, así, crecerá un 1,9% en el 2018 (la misma tasa que en el 2017), para moderarse hasta el 1,7% y el 1,6% en el 2019 y el 2020.