No hubo caos. A diferencia de lo que sucedió hace dos años con la huelga de Eulen, ayer, en el primer día del paro indefinido convocado por los empleados de la empresa encargada de los controles de seguridad del aeropuerto de Barcelona (Trablisa), la jornada transcurrió con relativa tranquilidad. Los viajeros tuvieron que hacer un poco más de cola de la habitual, pero los servicios mínimos del 90% hicieron que las esperas fueras asumibles, con un máximo de 40 minutos en el peor de los casos. La huelga, eso sí, continúa, por lo que no se descarta que haya jornadas peores.

«Con un 90% de servicios mínimos... aunque sigas la huelga, solo la puedes seguir moralmente mientras vas pasando maletas», denunció la presidenta del comité de huelga, Genoveva Sierra. Los convocantes del paro ya habían avisado de que era «prácticamente imposible» que se notase la incidencia del paro por los servicios mínimos dictados, y es más o menos lo que sucedió ayer: hubo viajeros que acudieron a la terminal varias horas antes de lo que lo hubiesen hecho en caso de no haber huelga; que se juntaron con los que no sabían ni que había paro. Las medidas adoptadas permitió agilizar los controles.