Las empresas de gran consumo arrastran una pérdida anual de unos 1.800 millones de euros como consecuencia de los hurtos externos e internos (1.404 millones) y de los errores de gestión (396 millones). Es lo que se llama «pérdida desconocida», a la que en los últimos años se le está abriendo un nuevo riesgo por la vía del fraude digital vinculado al creciente fenómeno del comercio electrónico.

«Aunque el fraude informático aún tiene un peso escaso con respecto a otro tipo de hurtos, su crecimiento se está disparando, llegando a ser del 46% en el 2018», advirtió ayer el director de la cadena de suministro de Aecoc, Alejandro Sánchez, en la inauguración del 22º Congreso de Prevención de la Pérdida que cada año celebra esta Asociación de Empresas de Gran Consumo.

La generación de pérdidas derivadas de la digitalización del comercio minorista y la venta electrónica es un fenómeno relativamente reciente sobre el que Aecoc ha puesto el foco en este congreso. Según Alejandro Sánchez, la atomización de los canales de venta dificulta la gestión del estoc en los almacenes y multiplica los riesgos, ya sea por errores administrativos o por la proliferación de fraudes en las formas de pago, devoluciones o uso de tarjetas de fidelización, por ejemplo.

A esto se añade, además, el riesgo creciente de robos que sufren los transportistas en la fase de distribución y entrega en el domicilio de los paquetes resultantes del comercio electrónico, según explicaron los representantes de las firmas de transporte Dachser Iberia y DHL Express en una mesa de debate con representantes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, así como con un portavoz de seguridad LG Electronics en España, perteneciente a uno de los sectores que más sufre el efecto de los robos, en artículos como televisores o móviles.

Con todo, el fraude digital es solo una de las variables de pérdidas desconocidas (el 0,8% de la facturación) que cada año sufre la distribución.