El verano ha pasado fugaz por el Bernabéu, sin más que parches y alguna medida circunstancial para sustentar el discurso de la falsa contrarreforma que prometieron Zidane y el club. Nada es halagüeño en el nuevo Madrid de siempre, con los mismos nombres y los mismos problemas que la última temporada.

Como un avispado político que sobrevive a una crisis con su poder intacto, esquivando responsabilidades y prometiendo soluciones que nunca llegan, Florentino Pérez y Zinedine Zidane lanzaron el programa de promesas en mayo, pero se avecina el inicio de la Liga y nada ha cambiado en el equipo que debutará en Vigo ante el Celta.

Los fichajes del Madrid parecen los de un club con un proyecto ganador, que necesita hacer unos cuantos retoques, no los de un proyecto que necesita una remodelación completa. El único refuerzo que llega para ser titular e importante es Eden Hazard. El resto de nuevos son Jovic, que parte por detrás de Benzema; Mendy, que llega para complementar a Marcelo tras la salida de Reguilón, y un Militao que puede encontrar un hueco en el once titular gracias al sistema de tres centrales, en el que destaca su despliegue físico.

La llegada de Hazard, en junio, queda tan lejana como los tiempos de éxitos en la casa blanca, sin más caras nuevas que el belga en un equipo que ha transitado por la pretemporada con todos los síntomas que tiraron por la borda la temporada pasada en el mes de marzo.

PROMESAS DE CAMBIO

El técnico francés, como portavoz del club, se alió con el pensamiento generalizado entre el madridismo de que el equipo necesitaba caras nuevas, reactivar la competitividad y volver a generar un ambiente de progreso, pero el club no ha sido capaz de proporcionarle a Pogba y todo lo que tiene que ver con el Madrid ha quedado enrocado en el fichaje frustrado del centrocampista francés.

Uno de los problemas originales del Madrid ha sido el monumental atasco en la operación salida, que ha dejado en Valdebebas a casi todo el mundo, empezando por Keylor Navas, que se despidió del Bernabéu la pasada temporada, y terminando por Bale, repudiado por todo el madridismo, pero sin una salida satisfactoria. En medio aparece James Rodríguez, que parecía volver tras dos años en Múnich para hacer de nuevo las maletas, pero que, a falta de ofertas suculentas y sin fichajes que echarse a la boca, el Madrid ya lo está proyectando como la gran solución que tenían frente a sus narices y nadie veía.

Otra promesa de Zidane fue el cambio de sistema de juego, y el Madrid ha experimentado con una defensa de tres centrales en sus dos últimos partidos de preparación, aunque fue la solución de emergencia que encontró el francés ante la sangría de goles que estaba sufriendo en una pretemporada nefasta. Sin embargo, ni la plantilla está preparada para sostener ese sistema en el tiempo (solo tiene cuatro centrales), ni el centro del campo está en disposición física de abarcar la ingente cantidad de metros que le exige la disposición táctica.

El cierre del mercado en Inglaterra alejó a Pogba del Madrid de forma casi definitiva, pero desde la cúpula blanca no se filtran más nombres. No hay sustituto posible, nadie encaja en los planes blancos. Antes del inicio de liga tampoco va a llegar Van de Beek, su fichaje está cerrado con el jugador y muy cerca con el Ajax, pero se ha estancado mientras los holandeses juegan la previa de la Liga de Campeones.

Después de tirar a la basura una temporada sin acometer una reconstrucción que el equipo pedía a gritos, y que facilitó Zidane con su salida, el Madrid afronta otro curso sin acometer las reformas, sin reconstruir un nuevo proyecto que cuando llegue necesitará tiempo para carburar, pero que no tendrá las dos temporadas que el club está desechando con una generación que ya ha dado los mejores años de su rendimiento.