Si la Vuelta durase dos semanas Simon Yates sería un peligro latente, el ciclista que se vistió de rosa en el Giro, el que parecía tan intocable como el más alto de los robles, pero que en las jornadas decisivas de la ronda italiana, ya en la tercera semana, se diluyó como la espuma de la gaseosa.

En un día en el que hasta el sudor refrescaba el cuerpo de los ciclistas, donde solo un insensato cogería la bici para rodar por las secas montañas que rodean Granada, por ahí donde está la fosa de la vergüenza, de Lorca, por supuesto, la Vuelta decidió entrar en combate, a 40 grados, sin una sombra que aliviase, sin una manguera que apareciera por arte de magia junto a la carretera. ¡Qué tormento! ¡Qué sufrimiento! ¡Qué terrible resulta ser ciclista profesional!

Y qué duro fue subir el puerto de Alfacar, el lugar donde el conjunto holandés del Lotto Jumbo decidió apretar las tuercas de la carrera, mientras los más débiles se descolgaban. La carretera, ni el calor andaluz, distingue y perdona a los nobles del pelotón: Nibali, Mollema y un Zakarin herido, el ciclista que fue tercero hace un año en Madrid, fueron los primeros en caer. Por delante la fuga de todos los días en las que iba Ben King, un ciclista estadounidense que corre en el conjunto sudafricano del Dimension Data, y que este verano se ganó una pésima fama por mirar hacia atrás en la Clásica de San Sebastián cuando el pelotón iba lanzado. Se llevó por delante a Mikel Landa y a Egan Bernal. Su despiste apartó al ciclista alavés del Movistar de la disputa de la Vuelta.

VALVERDE, ATENTO / Y por detrás, mientras el grupo de los ilustres se iba quedando sin corredores, Simon Yates atacó a seis kilómetros de la meta. Y nadie, nadie respondió hasta que Valverde, no podía ser otro, se dio cuenta del peligro. Por ahora, el ciclista murciano está tan fresco -él disfruta con el calor más propio del Trópico- que hasta se permite esprintar en las llegadas y trabajar en plena etapa para recortar tiempo a Yates pensando en su compañero colombiano Quintana. «Tiré por Nairo para que no se le fuese mucho Yates, porque contra menos tiempo coja mucho mejor. Y luego intenté recuperarme para estar fuerte al final», reconoció Valverde al poco de cruzar la línea de meta. Él, por ahora, está por y para todo, aunque perdiese la segunda plaza de la general por escasísimos segundos ante Yates y el alemán Buchmann. Y eso que hasta Valverde se atrevió a atacar a sus rivales para arañar dos segundos a Kwiatkowski, que sigue llevando el jersey rojo de líder.

Y viendo los movimientos en primera fila, como si fuera un actor de Indiana Jones y la última cruzada, con escenas rodadas en los lugares por los que pasó el pelotón, allí estaba Enric Mas. Formidable inicio del prometedor ciclista mallorquín, que ya es el mejor joven menor de 25 años y el décimo de la general. El corredor balear no hace otra cosa que transmitir buenas sensaciones.

«Hemos estado atentos, he tirado para Nairo para que no se fueran mucho (los rivales) porque cuanto menos tiempo cojan, mejor. Y al final yo tenía que estar a ir», comentó el corredor murciano. Hoy, quinta etapa entre Granada y Roquetas de Mar, de 188,7 kilómetros.