Como una apisonadora. Así pasaron los Golden State Warriors en el segundo partido de la serie sobre los Houston Rockets. Los Warriors consiguieron, además, la victoria por mayor diferencia en un partido de playoffs en toda la historia de la franquicia, un +41 que duele con solo mirarlo, y que puede ser también un duro golpe en la moral de los Rockets. Moral que tenían por las nubes después de igualar la eliminatoria en el segundo encuentro. Ahora, la serie está con un 2-1 favorable a los actuales campeones y favoritos al título y lo que es peor, tras el tercer partido la impresión es de que con los Warriors a este nivel, Houston no tiene nada que hacer.

En cuanto al encuentro, los Rockets entraron mejor. Capela estaba haciendo mucho daño a los de la bahía y Harden estaba leyendo bien el juego. Además, en los Warriors, Durant y Klay Thompson no estaban apareciendo, y Curry no metía una. Pero los Warriors comenzaron a defender como solo ellos, y quizás Boston, son capaces. Comenzaron a forzar los errores de unos Rockets que apenas veían el aro, y tras un 11-0 de parcial se marcharon al final del primer cuarto con un +9 a su favor. En el segundo cuarto, el encuentro siguió los mismos derroteros: Houston continuaba con un desacierto generalizado en ataque, y además, en los Warriors comenzaba a aparecer Durant en ataque. +11 para los locales al descanso que aún daba opciones a la remontada de los Rockets. Pero tras la reanudación no hubo color. Los Warriors vapulearon a Houston. Los texanos no sabían cómo frenar el vendaval en forma de baloncesto que se les estaba viniendo encima. Curry lo metía todo. 4 de 6 en triples para él en la segunda mitad. Una segunda mitad en la que los actuales campeones anotaron 72 puntos, por los solo 42 que fueron capaces marcar los de D’Antoni. Paliza histórica que puede tener consecuencias en el devenir de la serie, ya que el puñetazo sobre la mesa de los de Kerr puede hacer mucha pupa.

El mejor del encuentro fue Curry con 35 puntos, secundado por los 25 de Kevin Durant.