No es fácil tener vacaciones. No es fácil poder pagarse unas vacaciones. No es fácil escoger el sitio de tus vacaciones. Menos fácil es encontrar con quien compartir vacaciones. Pero si tú eres un apasionado, no de las carreras, que también, sino de la conducción, casi del pilotaje, si eres, en el buen sentido de la palabra, un quemado de la carretera, la cosa o se complica o, sencillamente, se reduce a encontrar un sitio donde quemar la adrenalina a los mandos de un buen coche o, simplemente, de un coche.

Si de casta le viene al galgo, es decir, si en tus días, ratos, libres te pasas la jornada hablando de coches, de carreras e, incluso, tienes algún aparato en el garaje capaz de hacerte perder la cabeza, de vez en cuando, en la Sierra, en aquella subida en cuesta, en aquellas curvitas cercanas a casa o, incluso, en esas tandas que te sacas de la manga en algún que otro circuito, entonces el sueño de las vacaciones surge por sí solo.

Yo estuve en Nurburgring en el 2015 y puedo juraros que aquello no tiene nada que ver, nada, con nuestros divertimentos de fin de semana. Aquello es otra historia. Si vamos, no nos arrepentiremos, les dijo un día, hace casi un año, Jesús Robledo a sus amigos José Alcaide y Dani Menacho, todos ellos habitantes, casi nada!, del entorno del circuito de Jerez.

Era cosa de ahorrar. Robledo, fotógrafo de profesión, precision driver de vocación, nacido en San Fernando y vecino de Jerez, lo tenía todo calculado. Alcaide, trabajador en un parking, llevaba meses, dándole vueltas a una experiencia así. Y a la pareja se añadió Menacho, propietario de una tienda de comestibles. Ojito! porque Robledo tiene un M3 en el garaje. Cuidadin! porque Alcaide mima como nadie su Porsche 911 Carrera 4S. Y a Menacho se le van las pupilas cada vez que se sube a su Volkswagen Golf Variant R.

A partir de ahí, todo fueron cálculos y más cálculos. Semanas de verse, días enteros enviándose washaps encontrando los mejores precios de todo y, sobre todo, debatiendo si se metían en Nurburgring (20,8 kilómetros, 154 curvas) con sus propios coches (demasiada paliza ir y volver de Alemania desde Jerez una locura!), con un coche de alquiler (demasiado peligro, demasiado riesgo de chocar y pagar fortunas) o con un coche del propio circuito, que tuviera seguro y, por supuesto, buenas prestaciones.

Al final, vuelo Jerez-Dusseldorf, una de las ciudades con aeropuerto más cercanas a Nurburgring, de 160 euros. Casita monísima, suficiente para los tres, a seis kilómetros del trazado, a 300 euros las tres noches para los tres. Alquiler de un Golf GTI para ir haciendo manos!, ja, ja, ja, por otros 300 euros y, al final, sabia decisión!, coincidieron los tres, alquiler de uno de los coches del circuito, un Renault Cli RS Trophy Energy, de 220 CV, cambio automático y también secuencial, con 16 vueltas incluidas, gasolina a tope y ruedas casi nuevas, por 1.500 euros.

El viaje era a una de las mecas de la velocidad (ahora, también se puede ir a Spa, dicen). Eran unas vacaciones al placer supremo de unos quemados (en el buen sentido de la palabra). Era practicar, correr, pilotar en uno de los trazados más míticos del mundo. Pero, eso sí, con sus reglas. Las de dentro del coche y las de fuera. Nurburgring está pensado para que los que disfrutamos, más o menos veloz, con más o menos pericia, con más o menos ganas de hacer un buen crono, lo pasemos en grande, explica Robledo, el más experto de los tres amigos que disfrutaron de estas vacaciones especiales.

Lo grande de Nurburgring es, por supuesto, es meterse en el circuito y apretar, lo máximo posible, en los 20,8 kilómetros de recorrido, derrapar o trazar con la habilidad que puedas, sepas o te enseñen, en las 154 curvas del trazado, cuenta Alcaide, pero, luego, está el ambiente, sus gentes, la organización, el pueblo de Adenau, donde todo, todo, está pensado para los amantes del motor, de la conducción, del pilotaje, de los coches, de las carreras y eso te crea un cosquilleo especial a lo largo de los dos o tres días que pasas allí.

Es evidente que una vez dentro del circuito tienes que ir con tacto y el comportamiento de los pilotos es, sencillamente, exquisito, explica Menacho. Todo el mundo trata de ir a tope, pero en su tope, pues hay que tener en cuenta que te encuentras todo tipo de conductores, incluso tres amigos que se han metido con su furgoneta. Y todos, todos, cumplen las reglas más elementales del sentido común: no picarse, separarse a la derecha para dejar pasar, mirar el retrovisor y saber cuando alguien viene mucho más deprisa que túel truco, la gracia, la experiencia es ir rápido, pero lo más rápido que tú sabes o puedas, no tratar de hacer animaladas, simplemente porque estas dentro de un circuito.

Si sufres un accidente, la broma te puede salir por un pastón. Ya ni te cuento si, como observaron los amigos de Jerez, alguien se atreve a alquilar un Porsche GT3 RS, dejando un depósito de 15.000 euros y pagando, en caso de destrozó, 150.000 euros. El circuito, cuenta Robledo, tiene sus comisarios de pista, que observan que todo sea correcto y, por supuesto, te multan si haces algo inadecuado. Y, si sufres un accidente, tienes que pagar la grúa, la hora de los comisarios, los desperfectos que has causado en el trazado, los daños del cochey, también, claro, las horas en que has inmovilizado todo el circuito. Total, mejor no te sales.

Jesús, a quien todos conocen como Porrit, de ahí la firma que, finalmente, inscribieron sobre el asfalto de Nurburgring, ese The Porrit Ring, José y Dani aseguran haber disfrutado más que nunca de sus vacaciones y desembolso (no es barato, no, pero una vez es una vez) y cuentan que han compartido experiencia con gentes encantadoras, auténticos enamorados del mundo del motor, de todos los estratos sociales y, por supuesto, gente muy, muy, sensata y entendida. Allí todos somos cómplices de nuestro sueño y, por supuesto, todo el mundo te cuenta las barbaridades que hace antes de ahorrar para dar una vuelta a Nurburgring, indica Alcaide.

Hay gente en la zona, trabajadores de todo tipo, que pagan un pase permanente, no sé si son unos 1.000 euros al año y, finalizada su jornada laboral, entran con su coche particular y dan una vuelta por este mítico trazado, explica Robledo, que asegura que los coches que vio allí son máquinas para correr, no son coches de postureo, tipo Lamborghini Aventador, que ves en Marbella. Aquí hay Porsches a saco y un montón de GTI. El que entra aquí entra para disfrutar de las 154 curvas, más que del crono, te dice este precision driver, que hizo 8.40 minutos, cuando el mejor tiempo es 8.24. Ojito al Porrit!