Cogió al Extremadura peleando por el descenso a Tercera, casi desahuciado, y logró dejarlo en mitad de la tabla. Ocurrió hace casi dos años y, a pesar de ese buen final de temporada, Luis Oliver seguía mirando clubs de superior categoría. Confeccionó, junto a su grupo de trabajo, el actual plantel azulgrana, que logró el ascenso el pasado domingo en el Cartogonova ante un Cartagena que, definitivamente, está gafado. Una de sus últimas aportaciones al equipo fue, precisamente, Enric Gallego, al que ahora quiere vestir de blanquiverde.

Pero al igual que con la permanencia del Córdoba, también el Extremadura ha vivido sus momentos convulsos a lo largo de la temporada. Juan Sabas no comenzó la temporada en el banquillo azulgrana al ser destituido en verano. Pasaron por el mismo Izquierdo, Manuel Ruiz (que fue segundo de Schuster en el Xerez cuando Oliver era el hombre fuerte), Rafael Martín Vázquez y, en la penúltima jornada de la Liga regular, regresó Juan Sabas, que ha sido finalmente el técnico del ascenso. Desde el principio el Extremadura de Oliver fue el favorito para el ascenso y sólo esos vaivenes en el banquillo puso en duda ese favoritismo. Se clasificó cuarto y en las eliminatorias demostró el equipo la diferencia individual que marcó con el resto de sus rivales. No en vano, algunos recortes de prensa de la temporada calificaban a este Extremadura como «el club de los 100.000 euros», ya que jugadores como Kike Márquez, Jairo, Zarfino o Airam Cabrera, entre otros, se contemplaban en principio como futbolistas de otra categoría.

El 2018 para Oliver está siendo, hasta ahora, redondo. Llegó a un club de Segunda con el que logró una salvación milagrosa y haciendo historia. Y ha proseguido ahora con el ascenso del Extremadura, aunque aquí haya tenido que celebrarlo con más distancia. Aquel mismo recorte reflejaba que «es uno de los jefes, aunque no consta».