Este Córdoba de la 2018/19 que no termina de arrancar mantiene muchas incógnitas, tanto en su presente como sobre su futuro. Después de la segunda jornada liguera y a pesar de que la plantilla está pensada para jugar con tres centrales y dos carrileros, el técnico blanquiverde abandonó la idea y uno de los argumentos que ofreció en rueda de prensa es que en la plantilla ya no estaban Edu Ramos ni Sergi Guardiola. Se entiende de antemano que cualquier equipo que ha tenido en su delantera a un hombre que ha marcado más de 20 goles ha de resentirse. Pero cuesta entender más que un sistema dependa de un futbolista, máxime con el perfil defensivo del malagueño.

Quizás por ello haya que retomar la idea del pasado y qué ocurrió para intentar entender el camino actual. A su llegada al Córdoba, Sandoval no implantó ese 1-3-5-2, ni mucho menos. De hecho tardó dos meses en implantarlo por primera vez. En su debut como blanquiverde, el de Humanes dispuso un 1-4-4-2 ante el Granada y, paradójicamente, el primer cambio táctico fue el de retirar a Edu Ramos para dar entrada a Quim Araújo. Antes, introdujo a Alfaro por el lesionado Narváez (min. 10). El equipo ganaba 1-0 cuando en el minuto 59 salió del terreno de juego Edu Ramos y terminó cayendo en los minutos finales.

Ante el Valladolid dispuso un 1-4-4-1-1, con Javi Lara acompañando a Edu Ramos, aunque en realidad, aquel encuentro fue una carga de la caballería ligera: entraron Narváez 8min. 46), Eneko (min. 64) y Reyes (min. 71) y se remontó en los últimos 15 minutos tras aquel penalti detenido por Kieszek.

Tras estos dos duelos, el Córdoba mantuvo durante un mes el 1-4-2-3-1. En Alcorcón, el doble pivote era Ramos-Lara, con Alfaro por delante. Contra el Lugo, Ramos-Aguza, con Alfaro por delante. En Tarragona, Ramos-Aguza con Reyes por delante y ante el Oviedo, Ramos-Aguza con Reyes por delante. Tres victorias y un empate, el último, ante los asturianos en El Arcángel. En el siguiente duelo, en Soria, se perdió con un claro 1-4-4-2, con Ramos-Aguado y, posteriormente, se ganó por la mínima (1-0), con gol en los últimos minutos, al desahuciado Lorca, con regreso al 1-4-2-3-1 y un doble pivote formado de nuevo por Ramos y Aguza, con Reyes por delante. Ese partido fue el final de una etapa que dio paso a otra con el 1-3-5-2 y sus variantes con una sola excepción: la derrota en casa ante el líder, el Huesca, ante el que se dispuso un 1-4-2-3-1, con Ramos-Aguza y Reyes por delante.

En esos siete partidos, la pareja habitual de Edu Ramos fue Álex Vallejo, que saltó de inicio en cuatro de esos siete encuentros. En otro, solo estuvo el vitoriano, ya que el malagueño estaba sancionado, y a pesar de ello se ganó nada menos que en Vallecas (1-2). Además, en cuatro de esos siete encuentros, el acompañante de Guardiola en la zona de ataque fueron Jovanovic (en dos) y Álvaro Aguado (en otros dos), algo por detrás del jumillano.

De ahí que se haga algo complicado de entender que teniendo siete jugadores de los 10 de campo de la pasada temporada no se encuentre a esos dos hombres (el tercero es de ataque: Erik Expósito o Piovaccari, principalmente) que acompañen al mediocentro defensivo. Los cinco de atrás permanecen en la plantilla y en esta ocasión incluso tienen recambio (Javi Galán, por ejemplo, no lo tenía la pasada temporada). Vallejo, Jovanovic y Álvaro Aguado se mantienen también en el plantel, al que se ha incorporado un hombre como Blati Touré que ofrece matices en función de la posición que ocupe en el campo.

En cualquier caso, y como se ha recordado en el inicio, Sandoval no llegó a ese sistema hasta dos meses después de estar en competición, aunque lo barruntó tiempo antes. ¿Una cuestión de maduración como pasó hace unos meses? En las próximas jornadas, sobre todo en Granada, se comprobará.