Córdoba siempre tiene ganas de ver buenos partidos de fútbol y ayer fue otro ejemplo más. Desde, al menos, una hora antes del partido decenas de personas se congregaron en los alrededores de El Arcángel para vivir la octava visita de la selección española sub 21 a la ciudad cordobesa.

En este tipo de partidos hay un grupo de personas que disfruta más que otras: los niños. Sus caras respiraban felicidad pura cuando veían la llegada de los autobuses tanto de España como de Alemania, el sonar de las trompetas o cuando ondeaban al viento sus banderas con los colores de la rojo y gualda.

Un partido internacional siempre tiene un componente especial desde el comienzo con el momento de los himnos, ver a jugadores que poco a poco busca su hueco en el fútbol profesional y que, en algunos casos, ya aparecen en televisión. Pero no solo los niños disfrutaron, también los amantes del buen fútbol con el juego de toque y combinativo de las dos mejores selecciones de Europa en esta categoría. Por ello, los gestos de asombro eran frecuentes pese al estado de un césped que invitaba a pocas florituras. Niños y adultos disfrutaron del talento de Dani Olmo y el estilo de La Rojita y estallaron de júbilo con el tanto de Manu García. El atacante del Dinamo de Zagreb sacó aumentó el disfrute del respetable con sus destellos de calidad.

En todo momento la grada no dejó de animar a su equipo a pesar del empate y de que en la reanudación el combinado teutón tuvo más tiempo la posesión. Aunque la mayor ovación se produjo en el 56’ con la salida de Andrés Martín, la más esperada por la afición cordobesa.

Hubo tiempo para disfrutar del entorno. Los más de 12.000 presentes quisieron hacer una cola como las de las grandes ocasiones y también quisieron acordarse de Jesús León con las linternas de los móviles. Sancet pudo llevar el éxtasis al público, pero el portero Grill lo impidió. Pese al empate, enorme satisfacción del público y en especial para el centenar de vecinos de Aguadulce.