FECHA: 5 de diciembre de 1999.

LUGAR: Estadio Municipal de Ipurua.

PARTIDO: Éibar - Córdoba CF (1-1, jornada 17 del campeonato de Segunda División).

LA SITUACIÓN

El presidente del Córdoba CF en el curso 1999-2000, Manuel Palma Marín, se relamía ante una operación de impacto. Un 27 de septiembre llegó el delantero Oleg Salenko (San Petersburgo, 1969), un nueve de rango. El único jugador en la historia que ha sido capaz de marcar cinco goles en un partido de un Mundial. Lo hizo en el de Estados Unidos 94, en un Rusia-Camerún. Con uno más, alcanzó la media docena. Suficientes para terminar compartiendo con el búlgaro Hristo Stoickov el trofeo de máximo goleador. Dos veces le habían operado la rodilla izquierda y, evidentemente, el jugador no estaba en forma. Sólo había que mirar su figura, tirando a oronda, para detectar que los preparadores físicos tenían una dura tarea por delante. Pero era Salenko. Un lujo para un Córdoba recién vuelto a Segunda.

QUÉ OCURRIÓ

Era la jornada 17 del campeonato. El Córdoba de Escalante, de vuelta al mapa de Segunda tras más de tres lustros en la Segunda B, se movía por la zona baja. Era cuarto por la cola, con 18 puntos, los mismos que el Leganés y solo ocho menos que el Sporting de Gijón, que era sexto. Mucha igualdad. Salenko no era ni mucho menos titular. El ex del Logroñés y el Valencia había jugado 32 minutos ante el Lleida (derrota por 1-4) y siete días después 10 minutos en Salamanca (4-1). Aquella tarde en Ipurúa salió en el once por primera vez... y última. Los blanquiverdes se adelantaron con gol de Diego Ribera (38') y aguantaron el tirón hasta la última media hora. El árbitro echó por doble amarilla a Juanito y Escalante quitó a Salenko para reforzar la zaga con Mandía en el minuto 67. Cinco después, Léniz hizo el 1-1 definitivo.

¿QUÉ PASÓ DESPUÉS?

El Córdoba entendió que su apuesta se había chafado. Los médicos diagnosticaron al ruso una atrofia muscular en la pierna operada que tenía una lenta recuperación. Hubo polémica esos días. Salenko rescató el español que había aprendido en Logroño y Valencia para lanzar algunos mensajes críticos sobre la calidad de la plantilla cordobesista. En el vestuario ya no le aguantaban. Sólo ciertos negocios de ocio nocturno lloraban por la marcha del ruso.

Oleg Salenko recibió la carta de despido del Córdoba antes de las navidades. El club recurrió a una de la cláusulas del estrambótico contrato para ponerle en la calle “al no haber llegado al nivel de forma física pactado”. Intervino en tres partidos. No marcó ningún gol. Estuvo 73 días en el Córdoba, que acabó salvándose con holgura.

Salenko trató de volver al fútbol en el Pogon Szczecin polaco, pero en 2001 tuvo que retirarse de forma definitiva. En 2010 fue noticia por intentar vender su Bota de Oro del Mundial 94 a un jeque árabe.