Sucedió a las 14:39 en el autobús número nueve, por la calle Loja. La adolescente llevaba una gorra con la bandera de Estados Unidos, plagada de estrellas. Uf, pensé. Y qué error más grande. Quién soy yo para juzgar por una gorra. Qué bofetada. La chica era la única de todo el autobús que leía un libro. No se inmutaba con nada, mientras todos los demás guasapeaban, tuiteaban... (qué palabras más bonitas). En una generación cada vez más idiota, absorbida por aparatos electrónicos, donde el 40% asegura no haber leído un solo libro en el 2016, la imagen de aquella chica leyendo papel fue un grito.

¡No todo está perdido!

Sucedió a las 9:00 horas, en el Parque Cruz Conde. Un tipo alto y poco espigado corría siete kilómetros en 39 minutos y 27 segundos. Llevaba meses sin ponerse zapatillas.

- Esta es la buena, lo presiento.

Sucedió en Alepo. Cinco años después se volvía a jugar un partido de fútbol. El campo era de tierra; solo veía a gente feliz en la grada. Hace mucho que no veo feliz a la gente aquí.

- ¿Quieres el abono?

- No, gracias.

Pero presiento que hoy va a ser el día. El día de romper.

Por si acaso, traigo arsenal en la mochila: Bocadillo de queso, apuntes de italiano y auriculares.

¡Buonasera!

Lo mejor debió suceder sobre las 16:08, pero no lo vi.

¿Tutto bene?

A juzgar por lo que pasó a las 16:05, diría que ¡tutto ok! Qué alegría da a algunos el gol del Espanyol al Sevilla.

16:35. No tanto el del Sevilla.

- Vaya, hombre.

Voy a empezar a meter los resultados sevillistas porque parece que nos afectan mucho.

17:01. ¿Come va?

¡Va benne!

Ganamos, el Sevilla pierde...

Sucedió a las 17:10. El número siete del UCAM se interesa por un jugador del Córdoba que está dolorido en el suelo. En un mundo tan egoísta, donde solo importa el yo, yo, yo... ese detalle me enterneció.

Este otro ya no me lo esperaba.

Sucedió a las 17:43. Minutos antes nos habían empatado, estábamos mal, muy mal, por eso no lo entendí. A las 17:43, sí. Sonó el videomarcador. Yo no tenía ganas ni de mirar ¡cuando de repente empiezo a escuchar aplausos! ¡Pero por qué! Me importaba un carajo que le hubieran metido otro gol al Sevilla. Cuando tú estás jodido, te da igual el resto del mundo, te da igual lo que le pase a tu vecino y, por supuesto, jamás se te ocurría aplaudir.

Estás mal y no hay consuelo.

- ¡Estáis acabados!

Sucedió a las 20:23. Punto y final de esta contracrónica. Para qué negarlo, no va a pasar a la historia, como tampoco lo hará el partido ante el UCAM. Pero qué más da. A quién le importa la lectura o cómo haya jugado el Córdoba.

Lo importante es que perdió el Sevilla.

Buona fortuna.