El miércoles de la próxima semana se cumplirán dos meses desde el regreso de José Ramón Sandoval al Córdoba. Dos meses que han dado para mucho, ya que a su llegada tenía 17 jugadores y justo antes del primer encuentro liguero llegaron Luis Muñoz y Federico Piovaccari, que se anunciaron como blanquiverdes hace ya más de un mes.

El regreso del técnico de Humanes supuso también, aunque de manera inesperada -quizás también para él- el del cambio en los planteamientos. Para empezar, y a pesar de que la plantilla estaba diseñada para ese esquema, el técnico blanquiverde decidió abandonar el dibujo con un 1-3-5-2 por el de un 1-4-1-4-1 o, como en el último encuentro, con un 1-4-3-3. Ofensivamente, el Córdoba intenta tener más posesión y lo consigue. Si la pasada temporada estaba en mitad de la tabla en esa estadística, actualmente el conjunto blanquiverde lidera esa clasificación con casi un 57% de media de posesión, por algo más de un 50% en la campaña pasada. Y ese 50% teniendo en cuenta que tanto en la etapa de Carrión como en la de Romero, aquel Córdoba acaparaba mucho balón.

Ese aumento en la posesión no se ha traducido, sin embargo, en una mayor producción ofensiva. Más bien al contrario. El Córdoba de Sandoval de la pasada temporada sumó 206 disparos a puerta en los 16 encuentros en los que dirigió al conjunto blanquiverde, a una media de 12,87 por encuentro. De esos 206 disparos, 78 fueron entre los tres palos, lo que deja una media de casi cinco disparos por encuentro. En la actualidad, el Córdoba suma 64 disparos, a una media de 10,66 por partido y 30 entre los tres palos, a cinco por cada duelo. Menos capacidad para llegar al arco rival y también con menos efectividad. El actual Córdoba media un gol por encuentro, mientras que el conjunto blanquiverde dirigido por Humanes, en la pasada campaña, medió casi 1,7 goles por encuentro. Y todo ello teniendo en cuenta que en el último encuentro, el Tenerife jugó la última media hora con un jugador menos, lo que aumentó la estadística de llegadas al área rival y los disparos entre los tres palos, incluido el penalti de Jaime Romero.

Si en ataque, tanto el cambio del esquema como la idea del aumento de la posesión como arma para doblegar al rival no se atisba como solución para este Córdoba, en el aspecto defensivo la cosa no va mucho mejor. Al Córdoba de Sandoval de la 2017/18 le disparaban 8 veces por partido, menos de tres de ellas entre los tres palos. Al actual le disparan 10 por partido, cuatro disparos y medio entre los tres palos. Si hace un año la relación de disparos entre los tres palos con respecto a los totales era casi de uno a cuatro, en la actualidad es prácticamente la mitad: uno de cada dos. Ese aumento de la efectividad de los adversarios tiene una lectura que deriva de las siguientes estadísticas: los balones perdidos, fruto de ese aumento de la posesión, la falta de primera presión tras pérdida y el consiguiente contragolpe, como se pudo comprobar ante el Tenerife, el sábado: sólo disparó a Alberto cuatro balones y tres de ellos fueron entre los tres palos. El gol de falta directa, la parada a una mano de Alberto, otro mano a mano tras contra de Acosta y el pase a la espalda de la defensa recibido por Naranjo, que no supo resolver ante el portero blanquiverde.

El actual Córdoba es el tercer equipo que más balones pierde en Segunda División, 635, para más de 100 por encuentro y solo es superado por el Osasuna (681) y el Tenerife (645). El Córdoba de la pasada campaña, por el contrario, fue el cuarto equipo que menos balones perdió, con algo más de 4.000 al cabo de la jornada 42, con más de 1.100 menos que el que más lo hizo: el Numancia. Es decir, 25 balones menos por encuentro. Y tras esa pérdida, hay que insistir, no existe ni primera presión ni siquiera falta táctica.

Siendo el tercero que más pierde, no está entre los primeros de los que más recupera. En realidad, el Córdoba es el 12º en dicho capítulo, pero viendo quiénes son los máximos recuperadores, se puede entender también dónde y de qué manera recupera ese balón: Vallejo, Bambock, Blati, Aguado y Alfaro recuperan el 28% de esos balones. Quintanilla, Aythami, Galán, Fernández y Valentín, el 52%.

El fútbol da para todo, incluso para lo que hoy no funciona pueda funcionar mañana. Pero hasta ahora, la transformación con más posesión y sin los tres centrales está siendo frustrada.