Noche vibrante la que se vivió en el TD Garden. Los Boston Celtics y los Golden State Warriors se batieron en un duelo de líderes de conferencia que acabó con una nueva victoria de los Boston. Y ya van 14 consecutivas. Los jugadores, encabezados por una gran actuación de Irving se impusieron 92-88 a los actuales campeones y se consagraraon como el mejor equipo de la NBA de esta temporada.

Sin embargo, el de esta madrugada no ha sido el mejor partido de los Celtics. El primer cuarto fue de los peores de la temporada. Las constantes pérdidas ofensivas eran penalizadas duramente por los Warrrios, que pronto empezaron a distanciarse en el marcador. Pero cuando el partido parecía sentenciado, los Celtics perdían de 17, apareció Irving.

HÉROE SIN MÁSCARA

Irving había estado desaparecido durante la primera parte. Su inspiración anotadora parecía mermada. Entonces, se quitó la máscara que le protegía la cara de la fractura que sufrió la semana pasada y todo cambió. El base estrella de los Celtics se echó el equipo a las espaldas y, con puntos decisivos, logró materializar la esperada remontada.

Aportó 16 puntos, incluidos 11 en el cuarto periodo, repartió 6 asistencias y consiguió 5 rebotes. Además, anotó 4 tantos desde la línea de personal, puntos que acabaron por certificar la remontada porque significaron el 88-88 y el 90-88. La victoria final llegó con dos canastas del alero Jayson Tatum, pero la dirigió Ivring.

EL OTRO PROTAGONISTA

Hasta que llegó la inspiración de Ivring, el protagonista estaba siendo otro: Jaylen Brown. El escolta es una de las revelaciones de los Celtics en lo que va de temporada y anoche lideró la lista de los cinco titulares con mejores estadísticas con 22 puntos y 7 rebotes. Sin embargo, su historia va más allá de las canastas.

Una vez finalizado el encuentro, Jaylen Brown se mostró visiblemente afectado ante la prensa. Un día antes del partido su mejor amigo Trevin Steede había muerto. Su primera reacción fue la de no querer jugar. La definitiva, la de lucirse y dedicarle la victoria. "Fue difícil para mí aceptarlo. Todo el mundo estaba en estado de shock, pero sabía que al llegar el día de hoy él hubiera querido que jugara. Fue complicado, pero después de hablar con su madre y su familia, me inspiraron para jugar", explicó.

Brown acabó siendo uno de los jugadores clave en la victoria de los Celtics y no dudó en recordar a su amigo tras lograr la 14 victoria consecutiva.