La meta de Troyes (sexta etapa del Tour 2017) parecía más bien la de una llegada de la Vuelta a España a Andalucía en pleno mes de agosto. Los auxiliares, los que entregan los bidones que se conservan frescos en las neveras portátiles, buscaban con desespero las pocas sombras que había. Y como es habitual, por las fortísimas medidas de seguridad, todo el recinto estaba plagado de policías. Había dos curvas en la ciudad. Dos invitaciones a una caída masiva. Pero, afortunadamente y por un día, el parte médico estuvo en blanco. La paz y el calor se apoderaron del Tour, en el segundo día sin el concurso de Peter Sagan, el campeón del mundo.

Mientras Marcel Kittel, con limpieza, sin incidentes, con rápidez como es habitual y sin polémica, ganaba su segunda etapa al esprint,Sagan libraba una batalla jurídica en Lausana, en el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo), que negaba una medida cautelar, solicitada por el Bora, el conjunto del corredor eslovaco, para que pudiera disputar todavía el Tour. Un fallo rápido a favor del campeón del mundo habría supuesto un contratiempo inesperado y fuera del reglamento, puesto que la Unión Ciclista Internacional (UCI) no permite reintegrarse en la carrera a los corredores que han sido expulsados o eliminados. ¿Qué tiempo se le daba? ¿Se le colocaba el último de la general? ¿Qué beneficio sacaba con dos jornadas extras de descanso mientras rivales y compañeros superaban la ascensión de La Planche des Belles Filles y una etapa de 216 kilómetros? Un sinsentido. Ahora aguarda otra pelea legal en Suiza, ya que el Bora reclamará daños y perjuicios y una buena suma de compensación a la UCI (no al Tour) por la exclusión de su figura. Pero la decisión va para largo. En todas partes, las cosas de palacio van despacio.

Kittel ganaba con aparente facilidad. Sin Sagan y sin Mark Cavendish los esprints han quedado más despejados. Ahora es cosa del alemán del Quick Step, del campeón de Francia (segundo en Troyes),Arnaud Demare, del 'Gorila'Andre Greipel (tercero), del noruego del Katusha, Alexandre Kristoff, y del francés del CofidisNacer Bouhanni (quinto). Son menos y sin tanta nómina de esprínters el peligro disminuye.

Este viernes, en otra jornada calcada-calor y demasiados kilómetros-- el guion no debe cambiar. "Ahora nos esperan dos etapas con argumento anunciado, un esprint y luego una fuga, antes de que el domingo se vuelva a activar la carrera", pronosticó José Luis Arrieta, técnico del Movistar. Quizá dos jornadas llanas seguidas por encima de 200 kilómetros son innecesarias. Los líderes se refugian en el pelotón y pedalean a rueda de sus gregarios, sin que el desgaste sea excesivo. El Tour vive pendiente de la furia de Fabio Aru, del poderío indiscutible del Sky y del jersey amarillo Chris Froome y de que Romain Bardet, Alberto Contador y Nairo Quintanadisipen dudas, con un Richie Porte que también parece preparado para pelear por la victoria con su amigo Froome.

El calor serenó los ánimos en Troyes, donde sudó la meta y donde, afortunadamente, los médicos tuvieron una jornada extra de descanso. Qué dure.