Tenían prisa por llegar al hotel y ducharse. No había muchas ganas de hablar. Mikel Landa bajó la ventanilla del coche del Movistar. Acababan de terminar la contrarreloj por equipos del Tour. "Ya se sabe, a veces, los escaladores somos un lastre". Poco más, el vehículo arrancó y buscó la ruta hacia el aeropuerto de Bruselas donde dormían.

Lamentablemente no hubo por donde coger la contrarreloj que este domingo el Movistar realizó por las calles de Bruselas. No fue, ni mucho menos, una despedida a cualquier aspiración en el Tour porque, incluso, el tiempo perdido en Bélgica (1.05 minutos ante Steven Krujikwijk, el más favorecido de largo, 45 segundos con Egan Bernal y Geraint Thomas y 44 con un Enric Mas muy bien situado) puede resultar hasta anecdótico dependiendo de lo que ocurra en las montañas. Pero empezar con regalos ante todos los contrincantes no es un políticamente correcto. Siempre quedará el consuelo de que Romain Bardet y su equipo, el AG2R, pensado como el Movistar para la montaña, todavía estuvieron peores.

Y no es que tradicionalmente el conjunto español haga malas contrarrelojes en esta especialidad. Se recuerda, por ejemplo, una victoria en Pamplona, en la Vuelta, pero eran los tiempos en los que tenían en el equipo a Jonathan Castroviejo, quien fue clave en Bruselas para que el Ineos demostrase que han venido aquí a lo que han venido y que no es otra cosa que a ganar el Tour dentro de tres domingos.

Pero es que todos, exceptuando a Bardet y a un Richie Porte que cada vez más demuestra que sus tiempos en busca de la gloria que nunca encontró ya han pasado, estuvieron mejor que el Movistar para quedar más o menos apañaditos en tiempo y para no llevarse sobresaltos esta primera semana a los que añadir el tiempo cedido en Bruselas. Si hay un pinchazo, si hay un corte por una caída o el viento siempre es mejor tener un colchón que empezar a sumar y a sumar segundos que luego cuestan Dios y ayuda recuperarlos en un Tour donde tradicionalmente todos llegan muy igualados a la montaña y las victorias se deciden casi por un suspiro.

Todos pudieron salir más o menos satisfechos, quizás algo enrabietados porque se les escapó la victoria por muy poco o por que vieron sin poder hacer nada como Tony Martin, cuatro veces campeón del mundo de contrarreloj, llevaba al Jumbo como impulsado por un motor fueraborda para ganar la etapa y para que Mike Teunissen pudiera entrar este lunes a territorios franceses vestido con el centenario jersey amarillo.

Atención con Kruijkswijk

Y en el Jumbo-Visna corre Steven Kruijkswijk, el ciclista con el nombre más difícil de escribir y pronunciar, pero que es un candidato muy serio para pelear este año por la victoria en el Tour. Es el mismo ciclista que en el 2016, con el Giro en el bolsillo, se estampó contra un bloque de nieve en el descenso del Agnello, cuando iba vestido de rosa. Si no se accidenta, la victoria en la ronda italiana de aquel año seguramente le habría correspondido a él y no a Vincenzo Nibali.

Todo perfecto, todo con un ambiente cargado de colorido y pasión, como el sábado, con una Bruselas entregada al Tour. Todo maravilloso. Pero lo del Movistar, este domingo, no hay por donde cogerlo. Así de claro.

Todas las clasificaciones en la página oficial del Tour.