Los 11 jugadores del Córdoba posaban para los fotógrafos el pasado sábado en el césped de Riazor, en el último partido en Segunda. Llegaron conscientes de la mala temporada realizada pero animados por un pequeño, Albertito, que con solo cinco años estaba pasando de los mejores días de su vida en una jornada que jamás olvidará. Así, en la foto para el recuerdo del adiós a la división de plata había un protagonista inesperado, el joven Alberto, sujetado por Alejandro Alfaro, que fue junto con el joven portero Alberto con el que más confraternizó en La Coruña.

El pequeño, enamorado de los colores blanquiverdes, viajó con su padre -del mismo nombre-, su madre y su hermano desde La Carlota (Córdoba) en coche, recorriéndose toda España, y esperó en el hotel a los jugadores, a los que fue, uno a uno, pidiéndoles fotografías y camisetas. Tal es el cariño y la admiración que Albertito tiene por el Córdoba que la plantilla lo acogió en la previa y el pequeño, ni corto ni perezoso, acabó subido al autobús del equipo camino de Riazor.

Piovaccari junto al pequeño Alberto en el banquillo del Córdoba en Riazor. / CÓRDOBA CF

La policía escoltaba al vehículo y el niño, con las sirenas y las luces, sentado junto a sus ídolos y llegando a uno de los mayores estadios de la categoría, no podía ni creérselo. Se fotografió con Alfaro, subido a su regazo, también con Menéndez, Alberto, Piovaccari y otros jugadores. Instantáneas que recordará toda la vida y que posiblemente estarán colgadas en su dormitorio esta semana. Igual que la foto en el césped antes de comenzar el partido, otras en el banquillo, también con Alfaro, que le regaló su camiseta al término del encuentro. El portero del filial Alberto hizo lo propio con unos guantes y la consejera Magdalena Entrenas le entregó un pin de plata del club.

Un manojo de nervios

«Albertito era un manojo de nervios, no había quien lo aguantara, nos hospedamos en el mismo hotel que los jugadores y desde por la mañana estuvo con ellos», cuenta a este periódico su padre, que viajó junto al chaval, su mujer y otro hijo de cuatro meses desde La Carlota, donde residen. Un trayecto de más de 2.000 kilómetros, ida y vuelta. Pero la pasión blanquiverde de esta familia no es nueva. «En todos los partidos, dos horas antes, estamos en las cocheras de El Arcángel y los jugadores nos conocen», asegura el padre, que afirma que cuando Alfaro vio a su hijo en el hotel le dijo «¿Albertito, que haces aquí en La Coruña?». Cuando nos vio nos dijo que estábamos colgados de la cabeza, pero mi hijo le respondió que venía a por su camiseta».

Padre e hijo en la grada de Riazor, el pasado sábado. / CÓRDOBA CF

El progenitor explica que fue Alfaro «el que lo movió todo». Cuando almorzaron y bajaron a despedir al equipo el capitán onubense le propuso a Albertito viajar con ellos en el autobús. «No se lo creía, pensaba que era una broma», indica su padre. «Hizo todo el viaje hasta Riazor con el equipo y se bajó del autobús como uno más». Ya en el césped, «mientras los jugadores estaban viendo el terreno de juego, estuvo jugando con ellos, con Andrés Martín jugando al pillar, con Alfaro en el banquillo, con Piovaccari, todos los jugadores estuvieron encima suya, no tengo palabras para describirlo», comenta el padre emocionado.

A pesar de la derrota y del descenso, para el pequeño Alberto el día vivido en Riazor será una de las vivencias de su vida. Se lleva de recuerdo los guantes del portero del filial y la deseada camiseta de Alfaro. Y es que su progenitor explica que «llevamos un año la familia siendo socios del Córdoba, el verano pasado, en agosto, cumplió cinco años y yo tenía la idea de comprarle la equipación de Cristiano Ronaldo, pero él me dijo que no quería ser del Real Madrid, que quería ser del Córdoba». Aunque a Alberto Sr. no le gustaba el fútbol, Albertito quiso ser blanquiverde y, «como buenos padres, ahora todos somos del Córdoba».

¿Y en Segunda B continuará siguiendo cada paso del Córdoba? «Como dice mi hijo el himno lo deja claro: para bien y para mal mi corazón siempre será blanco y verde Córdoba». Con cinco años Albertito lo tiene claro.