El descanso resultó terapéutico, sí. Luis Suárez renunció a ir con la selección uruguaya para someterse a un doble tratamiento en Sant Joan Despí. Necesitaba sanar la rodilla y despejar la mente. Dos dolencias que, combinadas, resultaban demoledoras en el rendimiento del uruguayo, que se mide por los números. De goles, se entiende. Voló a Leganés tras dos semanas de terapia. Regresó con un doblete que le levantó el ánimo. Y dejó de tocarse la rodilla.

Del cero al diez pasó Suárez en la reanudación en el modesto estadio de Butarque. Cero goles desde hace mes y medio, desde el gol que salvó el empate ante el Atlético -el único de los 12 partidos de Liga que el Barça no ha ganado- y 478 minutos acumulados sin sonreír sumaba el uruguayo, una eternidad, hasta que 'El Cazador' atrapó un balón que se le escapó a Cuéllar en un tiro envenenado de Alcácer. Casualidades de la vida, la jugada se repitió media hora después: disparo de Alcácer, rechace de Cuéllar y segunda pieza cobrada en un remate mucho más difícil.

Con el doblete, Suárez se situaba entre los diez mejor goleadores de la historia azulgrana: 125 goles en 162 partidos disputados, lo que arroja un magnífico promedio de 0,77 goles por partido. El de esta temporada (5 goles en 15 partidos) es de 0,33 goles por partido. Lo que certifica la existencia de una crisis.

Ayudar con goles

Pero Suárez negaba estar en crisis. Antes y después de pasar por Butarque. Acaso fuera una simple recesión. La mayor, sin embargo, desde que llegó al Barça en agosto del 2014. Aunque, de facto, Suárez llegó el 25 de octubre, cuando debutó en el Bernabéu el día que expiraba la sanción de la FIFA.

Delantero del Barça

"No sufría la ansiedad por no marcar goles, sino de sentirme bien para ayudar al equipo", sostenía 'Lucho' en Leganés, proclamándose inmune a la desesperación que invade a todos los realizadores cuando les abandona el acierto. La ayuda que prestan delanteros como Suárez es precisamente, aportar goles. Marcó dos y recuperó la alegría. Era el primer doblete desde el 29 de abril, cuando le endosó dos al Espanyol en el derbi del Camp Nou de la pasada campaña.

Un pique "normal"

"Tenía la confianza del entrenador y de mis compañeros, por eso estaba tranquilo", insistió Suárez, sin dar importancia tampoco al conato de enfrentamiento que tuvo con Cuéllar. "Un pique normal dentro del fútbol", relató. Tampoco se la dio al mal partido del Barça, que ganó sin jugar bien.

A cuenta del portero, que simuló un golpe del delantero, vio una tarjeta de Undiano Mallenco que no le condena para Mestalla como le pasó a Piqué. Ocho minutos después, llegaba el segundo gol y Suárez pasó por delante de Cuéllar para ofrecerle una versión personalizada de su alegría.

"Es muy trabajador, y ante la portería es una bestia. Todos sabemos la calidad que tiene", dijo Ter Stegen de su compañero. El meta alemán sí que sumó otro cero. En 11 de los 18 partidos disputados no encajó ningún gol.