Curry volvió a ser Don Stephen. Con nueve triples, algunos de ellos de auténtico extraterrestre, destrozó a los Cavaliers, que tendrán que ganar al menos un partido de los dos próximos, que jugarán en casa, si quieren que la final vuelva a Oakland.

Los Warriors, que estuvieron inspirados en ataque con un porcentaje en tiros de campo de 57.3, toman una importante ventaja en la final, como ya ocurriera en las dos últimas temporadas, en las que la serie se marchó a Cleveland con un 2-0 favorable a los de la bahía. Los Cavs se encuentran contra las cuerdas, ya que una derrota en cualquiera de los dos partidos de casa dejaría el título en bandeja para Golden State.

El partido comenzó con mucho ritmo anotador en ambos equipos, pero fueron desde el primer momento los Warriors quienes tomaron la delantera en el marcador, ventaja que no perderían en todo el encuentro. Los de Kerr se marcharon con un +4 tras el primer cuarto. En el segundo cuarto apareció Don Stephen con tres triples para colocar a los suyos con la mayor renta del encuentro (+15) a falta de un minuto para el descanso. Una bandeja de LeBron puso a los suyos a 13, renta con la que se marcharon al descanso los locales. Tras la reanudación, los Cavs comenzaron mejor. LeBron fue capaz de implicar en ataque a sus compañeros, especialmente a Love y Hill, que poco a poco fueron reduciendo la renta de los Warriors, llegando a colocarse a 5 puntos con el 78-73 a falta de 5 minutos para el final del cuarto. Pero un arreón final de Warriors hizo que se marcharan +10 al último cuarto. En los últimos doce minutos Curry destrozó a los Cavs desde la línea de tres. Cinco triples para noquear a Cleveland, algunos de bellísima factura, con un 3+1 incluido. 116-93 en el marcador y 4 minutos para los suplentes de ambos equipos. Mención aparte merece Calderón, que anotó sus primeros puntos en una final de la NBA, con un palmeo tras capturar su propio rebote. Ahora la serie viaja a Ohio, donde los Warriors ya podrían ser campeones si ganan los dos próximos partidos.