Del mismo modo que parece compartido entre los culés que hubo un antes y un después de la llegada de Johan Cruyff al Barça más unánime es la creencia en el Liverpool de que la frontera entre la vulgaridad y la grandeza se estableció a partir de Bill Shankly. Los dos técnicos han sido superados en éxitos por sus sucesores, pero ninguno ha igualado el carisma que tuvieron ni la influencia que ejercieron. Más que entrenadores, fueron los transformadores de sus clubs.

Dejaron una filosofía en el club, dejaron trofeos en el museo y dejaron frases en la hemeroteca. Antes de Cruyff (1988), el Barça había ganado 48 títulos en 89 años desde su fundación, y ha sumado 54 en los últimos 31 años. La llegada de Shankly al Liverpool en 1959 se produjo con el equipo en Segunda División y apenas 5 Ligas en los 67 primeros años; después de su fichaje como entrenador, procedente del Huddersfield, el Liverpool ha conquistado 55 en 60 años.

NO CAMINAR SOLO, EL ESPÍRITU

No es nada extraño, ni exagerado, que el célebre mánager (nacido el 2 de septiembre de 1913 y fallecido el 29 de septiembre de 1981) tenga una estatua en su honor y dé nombre a una de las puertas principales de acceso al estadio, coronada con la leyenda You'll never walk alone.

La canción fue adoptada como himno oficioso. "Resume nuestro espíritu en el campo. Ningún jugador en mi equipo lucha solo. Siempre hay alguien allí para ayudarlo", dijo quien fuera el promotor de que se colgara el cartel This is Anfield en el túnel que conduce al césped. El cartel que Jürgen Klopp, al parecer, no deja tocar a sus actuales futbolistas (sí lo hacían sus antecesores) hasta que ganen un título. "Está ahí para recordar a nuestros muchachos para quién juegan y para recordar a los rivales contra quién juegan".

LA VIDA O LA MUERTE

Cruyff abogaba por la sencillez -"lo más difícil es hacer el fútbol fácil"- y un juego elaborado y técnico. Igual que Shankly, que impuso poco a poco el passing game frente al juego largo británico tradicional y el consejo básico de dar el balón "al jugador de rojo que tengas más cerca". Nunca se anduvo con florituras verbales el entrenador escocés, con fama de rudo y autor de varias frases célebres a partir de la primera que tomó como lema de vida: Algunas personas creen que el fútbol es una cuestión de vida o muerte. Estoy muy decepcionado con esa actitud. Les puedo asegurar que es mucho más importante que eso".

Tan importante como la rectificación que hizo a un periódico tras publicar que había ido con su mujer a ver un partido el día del aniversario de boda. "Era su cumpleaños, porque no me habría casado en plena temporada. Y no era el Rochdale, sino el segundo equipo del Rochdale". Para Shankly, el segundo equipo de Liverpool no era, o es, el Everton, sino el filial del Liverpool. Y siempre lo pregonó. Despreciaba al gran rival y llegó a decir en el funeral de Dixie Dean, un exjugador, que había atraído a la ceremonia "más gente que el Everton un sábado por la tarde".

Shankly tardó tres años en ascender al Liverpool a Primera y dos más en darle el título de Liga. Estaba asentando los cimientos del que fue el mejor club de Inglaterra y uno de los mejores del mundo en la década de los 70 y los 80.

UN EQUIPO INVENCIBLE

"Quiero crear un equipo que sea invencible, que tengan que enviar un equipo desde Marte para batirnos", llegó a decir. Sus colaboradores en los inicios se sucedieron en el banquillo como una dinastía cuando se retiró en 1974 para conservar el hilo argumental: Bob Paisley (74-83), Joe Fagan (82-85), Roy Evans (1991) y Ronnie Moran (94-98) eran los inquilinos del cuarto de las botas donde se decidía todo y donde también entraron Kenny Dalglish (85-91), el último campeón de Liga, y Graeme Souness (1991-94).

El cartel sigue en su sitio. El himno aún suena y The Kop, la grada que succionaba o escupía el balón según atacara o defendiera el Liverpool, continúa siendo tuna hermandad de "miles de amigos unidos y leales".