Trae Quique Setién un GPS nuevo para el Barça. Es el que le ha llevado hasta el Camp Nou tras un sinuoso y árido camino. Una hoja de ruta distinta sobre una misma idea futbolística, partiendo de varios matices que sorprendieron en su estreno en el banquillo azulgrana. Un equipo asimétrico, dejando a Ansu Fati confinado a la cal de la banda derecha dando, al mismo tiempo, un nuevo rol a Jordi Alba, más extremo zurdo que lateral, mientras ancló a tres centrales (Sergi Roberto encontró un nuevo disfraz táctico junto a Piqué y Umtiti) para tejer una red de seguridad en torno a Ter Stegen.

En el GPS hay introducidas coordenadas nuevas que necesitan, como resulta obvio, tiempo de aprendizaje para ser interiorizadas por los propios jugadores. Son matices diferentes para sacudir una vieja idea. Matices que, además, inciden en la estructura del equipo porque alteró la manera de jugar. Desde atrás hacia adelante. Ni más, ni menos. Defendió de manera distinta y atacó, a la vez, de manera distinta.

Dos 'falsos nueves'

Fue un Barça asimétrico porque concedió la banda izquierda para que Alba, acostumbrado a llegar, se instalara en el borde del área. De esta manera Griezmann se acercaba a Messi. O viceversa. Más que un 'falso nueve', era un doble 'falso nueve', teniendo, además, la necesaria profundidad y vértigo que proporciona Arturo Vidal.

El chileno hizo una asistencia soberbia a Messi, punto y final del Barça. Como siempre. Como ocurrió antes con Guardiola, Tito, Tata, Luis Enrique, Valverde… Cambian los entrenadores, pero la vida, en realidad, depende del 10. Qué se lo digan a Quique. "Uno se tranquiliza mucho teniendo a Messi", confesó.

"Ya he visto muchas cosas del Barça que quiero", dijo Setién tras su primer estreno. 90 minutos en los que su Barça fue reconocible en lo bueno (control y posesión simbolizados en esa estridente cifra de 1.005 pases) y también en lo malo porque en su primera parte, la mejor, apenas dejó dos disparos a puerta.

El Granada, eso sí, ni se asomó en esos 45 minutos iniciales al hogar de Ter Stegen: un disparo, y desde 35 metros, que se marchó fuera. En esa fase, el equipo de Setién fue un tirano con el balón: 508 pases (469 buenos) dio ante los 111 (77 con éxito) que dio el conjunto andaluz.

En la segunda parte, disminuyó la velocidad del balón del Barça y el Camp Nou elogió más la actitud defensiva de Griezmann, a quien se le vio en ocasiones actuar de lateral derecho, que su juego al primer toque, esencial en la construcción del único gol. Ya estaba el Granada con 10.

Sin Luis Suárez, Setién tiene un serio problema. A la espera de que vuelva el desequilibrio de Dembélé, necesario en un mapa tan ordenado y académico donde un rebelde y anárquico como él es un verdadero tesoro. Todo gran cambio requiere de tiempo y, sobre todo, calma. "Necesitamos rigor y disciplina mental", exige Setién para no caer en "pérdidas absurdas" que desempolven viejos vicios "y no perder partidos que tienes ganados".

Tiempo no tiene demasiado Setién (este miércoles juega la Copa en Ibiza y el sábado en Mestalla contra el Valencia) y calma tampoco demasiado porque el Real Madrid empatado a puntos, pero segundo en la Liga por peor goal-average, le pisa los talones.

Tuvo el técnico la capacidad para sacudir al equipo de inicio. Era el Barça de Valverde con tres obligados cambios: Ter Stegen por Neto, Ansu Fati por el lesionado Suárez y Rakitic por el sancionado De Jong. Viejo Barça con mapa nuevo. En la segunda, en cambio, terminó con un centro del campo mucho más ‘setienista’ integrado por Riqui Puig, que pasó por delante de Arthur. El canterano salió con 0-0 (m. 71); el brasileño, ya con el 1-0 (m. 83).

Lentitud en la circulación

El balón viajó mucho más lento en la segunda mitad y solo la injusta expulsión del Granada favoreció el paisaje azulgrana. Mientras, Busquets se lo pasaba bomba porque la embrionaria obra de Setién le dibujaba un escenario mucho más confortable para su juego.

Ante el Espanyol, en la última jornada de Liga con el Txingurri, 'Busi' repartió 102 pases bueno de 113 (90,3% de acierto). El domingo, sin embargo, su volumen de juego resultó mucho más amplio: 145 pases bueno de 157, estirando, además, la presión en algunos momentos hasta la portería del Granada siendo el primer azulgrana en llegar ahí.

Alba galopaba, Sergi Roberto estaba contenido, atado al libreto, y Busi tocaba y tocaba… Tocaba sin parar. Pero necesita tener más profundidad y, sobre todo, más veneno.