20 años después de ganar en Nueva York el primero de sus 23 grandes con solo 17 años, Serena Williams volverá este sábado a intentar agrandar su leyenda e igualar, con 24, el récord de Margaret Court.

Una arrolladora victoria por 6-3 y 6-1 sobre Elina Svitolina, que hasta ahora no había cedido ni un set en el Abierto de Estados Unidos, ha sido la llave para que Williams alcance su 33ª final de un grande y décima neoyorquina, en la que el sábado que se mide a Bianca Andreescu. La canadiense, que con solo 19 años ni siquiera había nacido cuando Williams alzó la primera de sus seis copas estadounidenses, ha culminado su meteórico ascenso este año y ha alcanzado su primera final de un major deshaciéndose con 7-6 (7-3) y 7-5 de Belinda Bencic.

HAMBRE DE TÍTULO

A punto de cumplir 38 años, Williams llega en plena forma, como ha demostrado en partidos de abrumador dominio como el resuelto en una hora y diez minutos ante Svitolina. Y no oculta su hambre de título. Esta es su cuarta final en un grande desde que regresó a las pistas tras su maternidad en septiembre de 2017, el año en que ganó en Australia el último de sus títulos. Y debe intentar superar los errores y las frustraciones de los tres intentos anteriores: Wimbledon el año pasado, cuando cayó 6-3 y 6-3 frente a Angelique Kerber: también en 2018 Nueva York, donde enturbió la victoria de la joven campeona Naomi Osaka y, quizá la más dolorosa, la derrota este año en solo 56 minutos otra vez en Wimbledon ante una Simona Halep casi perfecta.

El duelo generacional y de tenis, además, está asegurado por la presencia al otro lado de la red de Andreescu, una estrella cuyo tenis se ha definido como precozmente completo. La joven que ganó este año en Indian Wells y se llevó el título en Toronto precisamente cuando Williams se tuvo que retirar por problemas en la espalda en 3-1, también tiene su propia cita con la historia. Ningún canadiense ha ganado un torneo de Grand Slam.