No se trata de tácticas ni de planteamientos, sino de vibrar, de emocionarse. Algo así proclamó hace unos días José Ramón Sandoval, que ya en su regreso a El Arcángel, a principios de agosto, aseguró que le daba igual estar con trece jugadores. En un alegato que sonaba a la carga de la caballería ligera, el de Humanes se sentía, entonces, capaz de todo, a pesar de los múltiples problemas que tenía el conjunto blanquiverde para cerrar su plantilla.

Un punto de nueve en las primeras tres jornadas, 10 goles encajados y la primera andanada al vestuario, en Albacete, fueron los primeros síntomas de que igual no todo iba a ser cuestión de corazón, de garra o de sentimientos, como ocurriera en la misma casa unos meses antes, con la histórica salvación. Hacía falta trabajo, fútbol, ideas y caminos que abrir a un equipo que necesitaba mucho de ello. Tras esa primera ruptura en Albacete, el de Humanes lanzó la idea de que había que hacer pretemporada, a pesar de que conocía a más de la mitad de la plantilla y de que defensivamente, hombre por hombre, era el mismo Córdoba que dejó a primeros de junio. Los cambios en los sistemas fueron constantes: del 1-3-5-2 se pasó al 1-4-2-3-1 y entre medias, el 1-4-1-4-1 y hasta el 1-4-4-2. Si los esquemas mutaron, y mucho, no lo hicieron menos los onces titulares. El saltar de inicio con la blanca y verde nunca fue tan barato ni dio tantas opciones como lo ha sido en este primer tercio de Liga de la 2018/19.

Cuando el argumento de la pretemporada se agotó, el de Humanes tiró de los problemas sufridos en verano para la confección de la plantilla. Era ya octubre y el Córdoba no terminaba de arrancar. Con críticas más o menos veladas a algunos jugadores -no a los más veteranos- como a Javi Galán o a Álvaro Aguado, Sandoval intentó poner el foco, también, en la propia plantilla, ya que las críticas le señalaban y le recordaban que plantillas con menor coste y otras con un nivel parecido a la blanquiverde sumaba, alguna de ellas, hasta seis y ocho puntos más que este Córdoba. Ya en las últimas jornadas el foco se centró más en él de forma paulatina. Ni más ni menos que como en cualquier club de fútbol, aunque su equipo continuaba con las mismas taras: una fragilidad defensiva desesperante y serias dificultades para pisar el área rival. En las zonas importantes del campo este Córdoba de Sandoval era invisible.

La segunda etapa de José Ramón Sandoval se cierra con mucho peor bagaje que la primera. Ha encajado 30 goles en 14 partidos, ha recibido tres o más goles en ocho de esos 14 encuentros, ha sumado un punto de los 18 que ha disputado fuera de casa y solo ha logrado dos victorias, ambas en El Arcángel: el 1-0 ante el Almería y el 4-2 ante el Extremadura, con dos goles logrados en el tiempo de descuento.

Unos números que han obligado al Córdoba a buscar una reacción en la plantilla -a dos puntos de la salvación, aunque a cuatro del puesto 16-, que evite una «desconexión» como la de la pasada temporada. El intento se hará ya sin Sandoval.