Comenzó a preparar esta victoria mientras evolucionaba el Mini en la edición del año pasado en Suramérica. Y aquí, en el estreno de la carrera en Arabia Saudí, Carlos Sainz ha dado una lección de velocidad, consistencia, experiencia y serenidad para plantarse en la última etapa con todos los pronunciamientos para embolsarse su tercera corona a los 57 años. Hoy abría carrera en la segunda etapa maratón, pero solo perdió siete minutos para ser tercero frente la fieras de Nasser Al-Attiyah (Toyota), actual campeón del Dakar, y Stéphane Peterhansel (Mini), 13 veces ganador de la maratoniana prueba. Mañana arrancará con la ventaja de salir por detrás de sus rivales y con un colchón se siete minutos. Fernando Alonso y Marc Coma (Totota) partían en el puesto 113, sin más objetivo que acabar la etapa y mañana el Dakar.

ETAPA INTELIGENTÍSIMA

Durmieron en las literas de un barracón, tras una ducha y un plato de pasta al pesto, mientras los mecánicos que participan en la carrera de camiones las únicas asistencias permitidas entre las dos etapas maratón daban un vistazo a las monturas. Al amanecer arrancó esta 11 etapa, la segunda del maratón, de 744 km, 379 de ellos cronometrados, de regreso de Shubaytah, la sede del campamento en el desierto, a Haradh, de donde partió el miércoles la carrera.

Un recorrido temible con dunas de 200 metros y arena suelta en el temible Cuarto vacío, el desierto más puro, la parte más despoblada de Arabia Saudí, en el extremo sur del país. Era un día para mantener la cabeza fría y administrar cualquier ventaja, porque la asunción de riesgos puede resultar fatal. Y Sainz se encomendó a ello para cruzar la meta con la ventaja suficiente en la general como para pensar en ganar su tercer Dakar tras la 12 y última etapa de mañana.

ATAR LA VICTORIA

El madrileño sabía cual era la estrategia abriendo carrera en coches tras su contundente victoria del día anterior. Así que, simplemente, si se puede decir así marcó al resto del big three al Toyota de Al-Attiyah, y a su compañero en Mini, Peterhansel. Catarí y francés sabían que prácticamente era su última oportunidad. Pero Sainz sabía igualmente que perder siete minutos con sus dos rivales era una buena forma de minimizar los daños de abrir carrera. Tres minutos en el primer punto de paso, cuatro en el segundo, 6,14 en el tercero, 6,53 en el cuarto, 7,09 en el quinto, 7,10 en el sexto Todo fue según el guión establecido para perder algo más de siete minutos al final de etapa, marcando de cerca por las dunas a sus grandes rivales que mañana, en la última etapa, partirán delante.

O lo que es lo mismo, la ventaja será para Sainz, que al marcarles de cerca, estará ganando tiempo porque sale por detrás, además de los 10 minutos que disfruta de colchón. Solo tiene que seguirles, nada más, aunque se confundan de ruta, aunque se pierdan. Con que les siga, tendrá ganado su tercer Dakar frente a dos monstruos con quienes comparte un férreo dominio de la prueba. En realidad, fuera de ellos, nadie ha ganado desde el 2010, 19 títulos entre los tres, más de 150 etapas. Solo Ari Vatanen, el grandioso Ari Vatanen, tiene más etapas (50) que estos monstruos.

BRABEC, FAVORITO EN MOTOS

Y en motos, el ataque de Pablo Quintanilla (Husqvarna) llegó tarde. El chileno se adjudicó el triunfo en esta penúltima etapa, pero la distancia con el líder Ricky Brabec (Honda) aún es de 13:56 minutos, un colchón con el que americano puede administrar perfectamente la última etapa. El piloto de Honda está corriendo con mucha cabeza en las últimas etapas. En esta 11 etapa salía justo detrás del vencedor del día anterior Joan Barreda (Honda), y eso es mucha desventaja para ambos, que acabaron a más de 11 minutos de Quintanilla. Barreda perdió la tercera plaza en la general en favor de Toby Price (KTM).