Cuando era el amo, o casi, del Mundial de rallys, Carlos Sainz (12 de abril de 1962, Madrid), no solía hablar demasiado bien del Rally Dakar. Tampoco hablaba mal, pero no lo consideraba una prueba que pudiese ser atractiva para sus planes, para su futuro, para afrontarla tras abandonar la durísima competición del asfalto y la tierra, donde llegó a proclamarse, en los años 90, cuando dominaba con su Toyota Celica GT Four ST165 una especialidad en la que había un montón de marcas grandes implicadas en la persecución de un título, que daba enorme prestigio al coche triunfador, que podía comercializarse los siguientes años. Sainz fue campeón, junto a su inseparable Luis Moya, en 1990 y 1992.

Pero a Sainz (padre) le entró el gusanillo del Dakar y se convirtió en uno de sus reyes, ganándolo en dos ocasiones, tras ayudar a Volkswagen a proclamarse, en el 2007, campeón del mundo de constructores de rallys raids. En el 2008, Sainz ganó el Dakar con un Peugeot 3008 DKR Maxi y, en el 2010, repitió con el Volkswagen Race Touareg II. Este año, Sainz repite en el Dakar de Arabia Saudi, en compañía de Lucas Cruz, a los mandos de un Mini ‘buggy’. Es su Dakar nº 13, lo que no le hará, digo, demasiada gracia.

Carlos Sainz hace pesas en el gimnasio del que es accionista en Madrid. / RED BULL MEDIA

Sainz, como puede comprobarse en estas imágenes de esfuerzo supremo, es el padre (o abuelo) del Dakar, al convertirse en el piloto más veterano de todos, con 57 años. Para ello, el ‘Matador’, que, tal y como acaba de reconocer Moya en una entrevista en la web del diario ‘Sport’ “fuimos nosotros quienes pusimos de moda prepararse físicamente para afrontar los rallys pues, en aquella época, nadie se entrenaba”, no cesa de maltratarse en el gimnasio de Madrid del que es uno de sus principales accionistas.

CUATRO MESES INTENSÍSIMOS

“Entre Dakar y Dakar, nunca paras, más si te gusta el deporte. Sempre tratas de mantenerte lo mejor posible porque luego cuesta menos llegar al nivel óptimo. En septiembre ya empiezo a apretar y me creo un programa muy específico de entrenamiento. Empiezo a vigilar el peso con un programa más metódico", relata el piloto madrileño en la web oficial de Red Bull, uno de sus principales patrocinadores.

Según explica, Sainz realiza tres tipos de trabajo: pesas, aeróbicos y series. Además, lo combina con entrenamiento en sauna para adaptarse a las durísimas condiciones de calor dentro del ‘cockpit’ del Mini, donde puede pasar más de seis horas al día. "Por la mañana suelo dedicarme a lo aeróbico y, por la tarde, hago el trabajo de pesas", relata. El campeón español reconoce que para afrontar un rally tan duro “necesitas estar muy fuerte, mucho, pues es muy duro, por eso hay que hacer trabajo abdominal, cuello, hombros, brazos… No buscas mucho volumen, sino ganar resistencia. Y, a nivel aeróbico, tiradas largas para poder estar 4 o 5 horas manteniendo el ritmo, que es lo de que se trata. A veces también trabajo con tiradas aeróbicas largas y seguidas porque en el Dakar el cansancio se va acumulando y necesitas aclimatar el cuerpo", cuenta un Sainz que este año, al cambiar de continente, no ha tenido que entrenarse en una cámara hiperbárica para adaptarse a la altura.

Carlos Sainz está ya listo para competir con el Mini en el Dakar-2020. / RED BULL MEDIA

Sainz reconoce que no es lo mismo entrenarse cuando tienes 20 años o eres tan joven como su hijo Carlos Júnior, que cuando estas ya cerca de los 60. "Cuando tienes 20 o 30 años, la preparación física es importante, pero menos que ahora. Ahora, necesito llegar muy preparado porque si no sufriré más, sobre todo en una carrera como el Dakar, de tantas horas", cuenta, y reflexiona sobre cómo ha cambiado el nivel en las más de tres décadas que lleva en la élite.

LA AYUDA DE CARLOS JÚNIOR

"En mi época no había ni de lejos este tipo de preparación específica. Cuando comencé en el WRC llegábamos y la gente tampoco hacía gran cosa a nivel físico, pero Luis y yo necesitábamos, incluso después de los días de test y entrenamiento, salir a correr aunque no tuviésemos ganas”. Sainz reconoce que “cuando los demás empiezan a prepararse duro, tú no tienes más remedio que correr, meterte en la piscina, maltratarte durante horas en el gimnasio y ganar cuerpo pues, de lo contrario, no les ganas”.

Sainz padre comparte muchas horas de gimnasio con su hijo, una de las grandes revelaciones del Mundial de F-1 con el McLaren. “Nos hacemos compañía, es mucho más fácil y agradable compartir las duras sesiones del gimnasio y, la verdad, Carlos me da consejos como si llevase 80 ‘dakares’ encima”.