Después de una desangelada ceremonia inaugural, que no ha interesado demasiado a los aficionados rusos vista la pobre afluencia de público al estadio San Petersburgo Arena, la Copa Confederaciones ha echado a andar con un triunfo fácil de la selección anfitriona sobre Nueva Zelanda (2-0), que no ha alcanzado nivel de goleada por la buena actuación del portero neozelandés, Marinovic.

AP / DMITRY ASTAKHOV

Vladimir Putin se dirige a los aficionados antes del partido inaugural de la Confederaciones.

"Queridos amigos, bienvenidos a Rusia. ¡Vamos a ver fútbol!", dijo el presidente ruso, Vladimir Putin, después de cumplimentar a la plana mayor de la FIFA y sus invitados, y la pelota echó a rodar ya con una entrada bastante más potable: cerca de 50.000 espectadores para un aforo de 68.000.

GOL EN PROPIA PUERTA

La selección rusa abrió su primera participación en una Copa Confederaciones con la autoridad que habían adelantado todas las previsiones. Sin dar tiempo a que Nueva Zelanda pudiera asentarse para complicar la vida al equipo dirigido por el discutido Stanislav Cherchesov, el conjunto anfitrión, liderado por Samedov, se echó encima de su rival y lo desbordó por todos lados, aunque tardó más de media hora en abrir el marcador y lo hizo con un gol en propia meta de Boxall. Marinovic, que ya había evitado al menos un par de goles cantados, no pudo hacer nada ante la vaselina con que salvó su salida Glushakov y que acabó con el tanto del central neozelandés en su intento de evitar el gol (m. 31).

Sin que los jugadores del conjunto oceánico lograran encontrar aRojas, su atacante más fino, Marinovic siguió a lo suyo, a evitar un descalabro de grandes proporciones. Hasta que Smolov, inadvertido hasta entonces, sentenció asistido por Samedov (m. 69). La primera jornada del grupo A se completa este domingo con el partido entrePortugal y México.