Mientras Marc Márquez se va de vacaciones con los deberes hechos y bien hechos, con el tetracampeonato del mundo en su bolsillo y comprobando, ¡por fin!, que Honda parece haber acertado con el motor del 2018; mientras Ducati reconoce, a través de Jorge Lorenzo que van algo retrasados con el diseño y fabricación de la nueva Desmosedici y mientras Suzuki se queda sin información fiable al sufrir sus dos pilotos, Andrea Iannone y Àlex Rins, una gastroenteritis que les impidió correr y probar todo lo que debían, en Yamaha el lio es tremendo, el desconcierto total y la línea de trabajo una auténtica incognita.

La sensación de que el caos se ha instalado en la cabeza de Valentino Rossi y Maverick Viñales, mientras el francés Johann Zarco continúa dando lecciones de sensatez y velocidad, es muy patente en el equipo de los diapasones. Rossi ha dicho que prefiere arrancar sus sugerencias de cara a la moto de 2018 teniendo como base la M1 2016; Zarco confirma, tras hacer los mejores tiempos de Yamaha de los test de Cheste con la moto de este año, que esa moto es muy buena y, finalmente, Viñales duda, duda tanto que acaba de reconocer que “después del desastre del domingo donde me enconttré perdido y el magnífico crono del lunes sin apenas modificar nada, en lugar de aclararme el futuro, me lo complica, pues no sé qué pensar”.

Pruebas en Valencia y más pruebas en Malasia

Lo cierto es que Zarco sigue siendo, por mucho, el mejor piloto de Yamaha y eso que está en un equipo satélite. Le dieron la moto de este año y logró los mismos cronos que con la del año pasado, ridiculizando a Rossi y Viñales. La excelente actuación de Zarco complica aún más la decisión de Yamaha, que debería, sin duda, plantearse darle al francés una moto oficial en 2018, como hace Honda con el británico Cal Crutchlow, piloto del equipo satélite LCR. Zarco no dice nada, no pide, no exige, pero sus tiempos lo dicen todo.

Los pilotos oficiales, que siguen sin compartir criterios, han metido a Yamaha en un buen lio. Tras los test de Valencia irán a Sepang (Malasia), una pista muchísimo más rápida y diferente de la de Cheste y, por tanto, tras esos ensayos podrán saber qué dirección tomar. “Tras probar en un circuito retorcido, repleto de curvas cerradas, nos irá bien probar en el rapidísimo Sepang. Hemos hablado con los ingenieros japoneses, sí, y aún no hemos decidido qué dirección tomar”, contó Rossi tras concluir los ensayos de Valencia. “Lo que sí saben es que este va a ser un invierno duro, muy duro, en nuestra fábrica de Iwata. Van a tener mucho trabajo”. El lio es tal que Rossi quiere la idea madre de la moto de 2018 sea la del 2016; Zarco, la de 2017 y Viñales no se pronuncia.

“No será suficiente volver a la idea del pasado año para pensar en ganar carreras y luchar por el título mundial”, señala Rossi. “Yo solo sé que la moto 2016 frena muy bien y la moto 2017 acelera muy bien, así que no entiendo nada. No tengo ni idea de por donde se tiene que ir”, comenta Viñales. “A mí me gusta mucho la moto 2017, me la han dado en este test y, además de conseguir muy buenos tiempos, los he logrado cansándome muchísimo menos”, sentencia Zarco para completar el gran lío que existe en Yamaha.