Si era un examen para salir reforzado o tocado ante un adversario que llegaba herido, el Córdoba no pasó la prueba y quedó tocado en lo numérico, porque en lo demás hace ya tiempo que se lleva explicando, semana tras semana desde aquellas jornadas de vino y rosas, embriagados --no pocos, no todos-- con el liderato, que hay poco que hacer.

ENCUESTA || ¿Cuál cree que es el responsable de la situación del Córdoba?

La brillantez de entonces, centrada principalmente en lo numérico, ha quedado borrada de un plumazo y los males que se vislumbraban entonces --no pocos, no todos-- se han convertido en crónicos. Por mucho que en los últimos tiempos el que piensa lo haya intentado todo hasta bordear la fina línea que separa la búsqueda de soluciones con la pérdida del oremus: cambios de sistema semana tras semana, sentar a un profesional por un chaval del filial, sentar a otro profesional por otro chaval del filial, tirar de un jugador que apenas ha tenido ritmo de partidos --entre otras cosas por errores de bulto del club-- o meter, ya como último 'recurso', a un jugador que demostró hace tiempo que no está para la competición. Y ojo, incluso éste, junto al resto de los que componen el vestuario, dan todo lo que pueden o todo lo que tienen. Otros son los que no hicieron el análisis conveniente o, peor, hicieron un análisis interesado para salir con aquel objetivo y con esta plantilla. Al Córdoba le pusieron el traje de candidato al ascenso por más que al cinturón del pantalón le faltaran muchos agujeros para que éste no se cayera hasta los tobillos. Y, poco a poco, todo cae y se le siguen viendo esas carencias, esa realidad que en las últimas jornadas asume el equipo, por más que los jugadores lo intenten absolutamente todo. Pero no les da.

Tanto lo intentan que ayer, durante la primera media hora, el Córdoba hizo fútbol para pasmo de no pocos. Había que forzar la memoria de la última vez en la que se vio cierta fluidez en el juego y se puede argumentar que el rival, tanto por su condición como por la crisis con la que llegaba, facilitó en mucho eso, pero la verdad es que otros le permitieron a los de Oltra en el pasado la misma posibilidad y fue desechada. Ante el Alavés no. Los vitorianos se hicieron fuertes por dentro con ese trivotazo formado por Mora, Manu y Bernardello, por lo que por ahí el Córdoba pinchó en hueso. Eso sí, por medio de Caballero y subidos de nuevo --como antaño-- en Fidel y Pedro Ríos, los blanquiverdes funcionaron por fuera. No fue un partido de ocasiones, pero sí de llegadas rondando el peligro y el Córdoba dio primero con un paradón de Pacheco a cabezazo de Xisco y un remate posterior de Caballero al palo. Le faltaba al conjunto de Oltra profundidad y presencia en el remate en los últimos metros, ya que el balear tuvo que bajar en no pocas ocasiones hasta el centro del campo. Pero la imagen general del equipo era buena.

LLEGAN LOS AVISOS

En el último cuarto de hora llegó el aviso: la segunda línea blanquiverde no se incorporaba ya en los alrededores del área rival y el Alavés creció tímidamente con llegadas a cargo de Raúl García y de Juli. En ese instante la herida por el costado derecho blanquiverde sangraba, aunque no desmerecía tanto como para no afirmar que los locales posiblemente merecieron algo más antes del descanso.

Bien les hubiera venido, porque el Córdoba, tras ese primer acto que podría calificarse como pinturero, mostró en la segunda todos sus males crónicos. La sangre por la derecha se convirtió en un río en el que Raúl García y Juli bogaban plácidamente. Y ese desequilibrio terminó por desmontar el endeble tenderete defensivo, no ya ayer, sino en la mayor parte de la temporada. Bernardello avisaba tras dejada de Barreiro nada más salir de vestuarios y la única respuesta cordobesista vino por un Abel Moreno que sigue confirmando que es un lateral que ataca mejor que defiende. En cualquier caso fue insuficiente, ya que el Alavés no perdonó: Juli se marchaba por enésima vez de Stankevicius, los centrales iban juntos al primer palo para dejar atrás una pradera, el portero dejaba pasar un balón en el área pequeña y los pivotes se descolgaban para que Toquero se lanzara con hambre a por el esférico y alojarlo en la red.

PROBLEMA DE FONDO

Lo mejor o lo único bueno en ese segundo acto de este Córdoba sin capacidad física para meter una quinta marcha (o al menos una cuarta) es que la respuesta llegó casi de inmediato, gracias a un bullicioso Fidel, que puso un centro precioso en la cabeza de Xisco para que el balear picara ante Fernando Pacheco. Pero fue más un arrebato de orgullo, de corazón, de casta, conceptos que nunca se le han negado a este equipo. El partido siguió por los mismos derroteros, con control visitante y apagón paulatino local. Y tras otro aviso en forma de conexión entre Raúl García y Barreiro, el Alavés asestaba el segundo golpe de manera quirúrgica tras otra verbena defensiva local. De los últimos 20 minutos se jugó lo que Bordalás quiso, salvo una acción a balón parado con remate de cabeza de Bijimine que obligó a emplearse a fondo a Pacheco.

Esta Liga mediocre mantiene al Córdoba en puestos de 'play-off' a pesar de que consumaba ante un Alavés que llevaba seis semanas sin ganar la quinta derrota consecutiva en El Arcángel, por lo que si ya era consciente de su realidad desde hace un tiempo, el conjunto blanquiverde demostró ante un público que esperaba su resurrección que lo que se adivina en el horizonte no es sino una lenta y dolorosa agonía. Lo contrario deberá agradecérselo a la competición.